Entre copas y canapés de Navidad en el palacio de la Moncloa, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha rebajado y quitado hierro a la advertencia de Junts y su presidente, Carles Puigdemont, que le pide que presente una cuestión de confianza en el Congreso de los Diputados. Sánchez, al revés, le ha aconsejado que rebaje la confrontación porque los votantes independentistas, según él, no quieren el choque con el PSOE por temor a un gobierno PP-Vox. Con un cierto tono condescendiente, ha señalado que ve coherente una reunión entre ambos, pero que no lo tiene todavía en su agenda. Una frase, por otro lado, que no es nueva, ya que hace un año ya dijo lo mismo, estando el apoyo a la investidura que le otorgó con los siete diputados de Junts mucho más reciente. Y poco más por parte de Sánchez, más allá de reiterar que igual sí que se llega a un acuerdo para delegar las competencias en inmigración a la Generalitat o sobre que los Mossos se encarguen de la seguridad en puertos y aeropuertos, pero que lo importante iba a ser presentar los presupuestos del Estado en el primer trimestre del año próximo, cosa que sigue predicando que es posible.

Es evidente a estas alturas que el envite de Puigdemont y de Junts instándolo a presentar una cuestión de confianza ha desaparecido de la ecuación socialista y el presidente del Gobierno no cuenta ni por asomo con que esa situación se vaya a producir. En un mundo en el que todo va muy deprisa, lo cierto es que la pelota ha vuelto a Junts en menos de 48 horas, ya que fue el pasado lunes cuando, con una cierta solemnidad, el president en el exilio ofreció una comparecencia de prensa en Bruselas instándolo públicamente a ello. Habida cuenta de que no había realizado ninguna desde su presencia en Barcelona después de la sesión de investidura de Salvador Illa como president de la Generalitat, el pasado mes de agosto, sus palabras salieron con fuerza desde la capital comunitaria. Incluso se presentó una proposición no de ley por parte de Junts en la que se pedía una votación en el Congreso que lo instara a ello. Una iniciativa legislativa que hoy por hoy se pierde entre la negativa de los letrados y juegos de manos de la Mesa de la Cámara Baja discutiendo cómo se puede no llegar a tramitar por la materia a abordar, que se entiende que solo es competencia del presidente del Gobierno.

Pedro Sánchez no deja de propagar que nada peligra, que todo el mundo va de farol y que su objetivo sigue siendo agotar la legislatura. Oyendo llover

No es exagerado utilizar aquella expresión coloquial que Sánchez hace como quien oye llover, que se utiliza para denotar el poco aprecio que se hace de lo que se escucha o sucede. Míriam Nogueras, la presidenta del grupo parlamentario en Madrid, no pudo utilizar una expresión más gráfica en el Congreso de los Diputados para que se entendiera la profundidad de lo que su jefe en Bruselas había afirmado 48 horas antes: "Saben perfectamente que no vamos de farol, muevan el culo y hagan su trabajo”. Y nada se mueve en la Moncloa. Bueno, sí: se lanza una visión optimista de la situación económica y la promesa de que este escenario permitirá que se pueda profundizar en los autogobiernos catalán y vasco. Preguntado por la financiación, ha repetido el mantra del 'café para todos': "Habrá singularidades en la negociación y multilateralidad en el acuerdo". O sea, nada nuevo en el horizonte. Seguir igual y si te va bien lo coges y si no lo dejas. Nervios pocos en las filas socialistas y, utilizando un lenguaje futbolístico, ralentizando el balón para que nada suceda.

Vamos a ver si hay segundo movimiento por parte de Junts y en qué consiste. El primero no ha tenido, aparentemente, efecto. O si lo ha tenido ha sido por la vía parlamentaria donde la reunión sobre el impuesto a las energéticas con los partidos de la investidura se ha hecho sin Junts y el PNV, que no piensan aceptar, al menos los primeros, ni un real decreto, ni un decreto ley que tumbarán de acuerdo con lo comunicado al Gobierno. Hacienda va diciendo lo contrario y Montero sigue así a su jefe y también hace como si oyera llover. La política española parece haber entrado en bucle: un gobierno sin apoyos, un PP agazapado sin querer moverse para intentar buscar apoyos, algo muy difícil, y un partido como Junts tanteando el terreno para no hacer movimientos en falso que le salgan demasiado caros. Y, al límite del precipicio, Pedro Sánchez, que no deja de propagar que nada peligra, que todo el mundo va de farol y que su objetivo sigue siendo agotar la legislatura. Oyendo llover.