Dice la ministra portavoz del gobierno, Pilar Alegría, tras la primera reunión del Consejo de Ministros que la intención, tarea y responsabilidad del ejecutivo español es presentar unos presupuestos en tiempo y forma y que van a trabajar para hacerlo posible. Casi simultáneamente, la consellera de Economia de la Generalitat, Alícia Romero, ha iniciado contactos con los socios preferentes, Esquerra Republicana y los Comuns, para hacer posible que las cuentas catalanas también sean aprobadas. Los dos gobiernos vienen de cuentas prorrogadas en el presente año, 2024, aunque la incidencia práctica no es la misma, ya que los resortes del gobierno español para solventar situaciones difíciles son superiores a los de una comunidad autónoma.

En los próximos meses veremos si la vicepresidenta Montero se lleva el gato al agua en Madrid y consigue sacar adelante los presupuestos, con la mayoría parlamentaria maltrecha en el Congreso de los Diputados. En principio, su objetivo es prácticamente imposible. Junts acabó el curso político votando a finales del pasado mes de julio en contra de la senda de déficit presentada por el Gobierno, con lo que ponía en peligro los presupuestos de este año y enviaba un mensaje contundente a Pedro Sánchez. Sus siete votos ya no están en la mayoría gubernamental.

No parece razonable, ni sería políticamente explicable para ERC y los Comuns, tumbar las primeras cuentas al gobierno de Salvador Illa

Este martes, en la primera votación del curso político llevada a cabo en la Diputación Permanente del Congreso —el pleno sigue formalmente de vacaciones hasta septiembre—, han vuelto a hacer lo propio apretando a Sánchez y Montero para que comparecieran por la opinión de Sánchez sobre la aplicación de la amnistía por parte del Supremo y el acuerdo de financiación singular suscrito entre PSC y ERC. Con objetivos políticos diferentes, ya que las posiciones no son las mismas en amnistía y financiación, pero Junts, PP y Vox han votado conjuntamente, puesto que el desgaste al Gobierno sí es un propósito común. No consiguieron su propósito, pues la Diputación Permanente no refleja exactamente las mismas mayorías que el pleno de la Cámara, donde sí hubiera prosperado. En cualquier caso, fue un aviso de que la crisis entre ambas formaciones no está, ni mucho menos, superada.

Aparentemente, mucho más fácil es el trayecto de Alícia Romero para sacar adelante los presupuestos. No parece razonable, ni sería políticamente explicable para ERC y los Comuns, tumbar las primeras cuentas al gobierno de Salvador Illa. Sería tanto para los republicanos como dejar en el aire su acuerdo de financiación singular. Es cierto que no hay un compromiso escrito y que los votos fueron para la investidura del president de la Generalitat, como así dijeron tanto el aspirante a president como el grupo parlamentario que le facilitó los 20 votos imprescindibles. Pero entre las cabriolas políticas que se producen en Catalunya esta es una que no cabe, aunque por en medio habrá el ruido suficiente para que los socios puedan lucir lo suficiente.