Para este jueves está fijado en el orden del día del Congreso de los Diputados la aprobación legislativa definitiva de la ley de amnistía, después de una tramitación sinuosa en las Cortes españolas. Primero fue aprobada en la cámara baja el pasado 14 de marzo, después fue rechazada por el pleno del Senado el 14 de mayo y, de acuerdo con la Constitución, regresa al Congreso para su aprobación definitiva y su posterior publicación en el Boletín Oficial del Estado (BOE) con la firma del jefe del Estado, que la sancionará. Este último trámite es meramente administrativo y tendrá una duración máxima de un mes.
Se cumple así la condición más relevante para la investidura de Pedro Sánchez el pasado mes de octubre por parte del independentismo catalán y, de alguna manera, la legislatura española entra, como ya se ha visto esta última semana, en un callejón incierto por varios motivos. El primero y fundamental, porque el gobierno de socialistas y Sumar carece de apoyos parlamentarios sólidos, ya que la mayoría de la investidura está en crisis después de la negativa del PSC y del PSOE a dejar paso a Carles Puigdemont para que presida la Generalitat, como el líder independentista hizo con Sánchez en detrimento de Alberto Núñez Feijóo, que se había impuesto en las elecciones. Los socialistas descartan absolutamente que Salvador Illa ceda en su objetivo tras su victoria del 12 de mayo.
A este pulso nada menor se añaden otras tres circunstancias: desde este miércoles Pedro Sánchez ya podrá disolver las Cortes y convocar nuevas elecciones en España, al cumplirse un año de la firma de las últimas el pasado 23 de julio. En segundo lugar, la constatación de que la ley de amnistía va a iniciar ahora, superado el trámite legislativo, el lento caminar judicial que hará que embarranquen muchos de los procedimientos judiciales en marcha o que impida la aplicación de hecho durante un largo tiempo a los líderes del procés elevando a Europa cuestiones prejudiciales. En este aspecto, es sorprendente y preocupante que a través del correo corporativo de los jueces se les haya hecho llegar a unos 5.000 de ellos una guía que, en la práctica, no busca otra cosa que bloquear su aprobación el mayor tiempo posible.
Con la aprobación de la ley de amnistía, la legislatura española entra, como ya se ha visto esta última semana, en un callejón incierto
Finalmente, el pulso de Feijóo a Sánchez reclamándole que retire la ley y convoque elecciones españolas por haber engañado a todo el mundo. Un movimiento que le obliga por pasiva a aprobar la ley, descartando cualquier eventualidad o artimaña antes del jueves, y a no convocar elecciones... inmediatamente. ¿Cuándo? Los rumores son de que más pronto que tarde. Y, de hecho, su estrategia de tensionar a su electorado de izquierdas —dimisión fake, Milei y Palestina— es aparentemente con este objetivo.
Todo ello, en medio de unas insípidas elecciones europeas previstas para el 9 de junio, mucho más peligrosas para Feijóo que para Sánchez. El popular tiene mucho a perder y casi nada a ganar mientras el que siga marcando el paso en la política española sea el dirigente socialista.