Constatar que a estas alturas hay sombras en el relato oficial de los atentados que se produjeron en agosto de 2017 en Barcelona y Cambrils es una obviedad. Tanto, como que no se entiende que el gobierno español no haya desclasificado la documentación de la que dispone y que obra en manos del Centro Nacional de Inteligencia (CNI). Este último hecho por sí solo es el que da paso una y otra vez a dejar la puerta abierta a pensar que igual no sabemos toda la verdad. Que el imán de Ripoll, Abdelbaki Es Satty, continuaba siendo un confidente de los servicios de seguridad del Estado cuando la acción criminal provocada por el yihadismo, que se saldó con un triste balance de 16 personas muertas y 152 heridos. Porque, en el fondo, nadie oculta lo que no es importante, sino que, en todo caso, es justamente lo contrario. Entonces, ¿a qué juega el gobierno español? ¿Provoca irritación en el mundo independentista a cambio de nada? Es una hipótesis, esta última, que no se tiene en pie por absurda.
¿De qué tiene miedo el Gobierno cuando, además, en el momento de los atentados del 17-A había un gobierno del PP bajo la presidencia de Mariano Rajoy? Es en este contexto que las afirmaciones del excomisario José Manuel Villarejo encuentran un caldo de cultivo abonado, porque no hay una versión definitiva, ya que falta, al menos, toda la documentación del CNI. Incluso peor, ha sido tal la resistencia de la ministra de Defensa, Margarita Robles, a cumplir los compromisos del Gobierno, que en la hipótesis de que finalmente el ejecutivo español enviara ahora una documentación —después de haberse resistido a hacerlo tanto como ha podido—, la duda sobre si habría desclasificado todo el material del que dispone seguiría, lamentablemente, vigente. Hay un tiempo para cada cosa y respecto a esta, el plazo expiró hace ya un cierto tiempo. Villarejo fue taxativo en la comisión parlamentaria de investigación del Congreso de los Diputados: "El atentado se podría perfectamente haber evitado, simplemente avisando a los Mossos. Si se hubiera avisado adecuadamente, automáticamente se les habría detenido [después de la explosión en Alcanar]. Creo que se trata de una imprudencia o una negligencia, más que un deseo de no evitarlo".
Villarejo tiene la credibilidad que tiene, pero lo que no vale es agarrarse a sus declaraciones cuando te vienen bien y oponerse a lo que dijo cuando no te gustan
Villarejo tiene la credibilidad que tiene. Pero lo que no vale es agarrarse a sus declaraciones cuando te vienen bien y oponerse a lo que dijo cuando no te gustan. No hace tantos meses, que sus agendas eran profusamente distribuidas por importantes medios de comunicación y se le daba carta de credibilidad y de primicia periodística. ¿Ahora no tiene que ser así porque desnuda la actuación del Estado en los atentados del 17-A? ¿Hay dos patrones a la hora de analizar al mismo ex comisario? De eso también va la comisión de investigación del Congreso, que nunca se ha querido poner en marcha por los dos partidos mayoritarios, PP y PSOE, y que este último solo lo aceptó bajo la amenaza de hacer peligrar la investidura de Pedro Sánchez. Pese a todo, se le dio largas y cuando se constituyó, a trancas y barrancas, resultó que no había la información del CNI. Toda esta cadena de trabas es más propio de quien desea dar carpetazo que, por el contrario, colaborar.
En todo este contexto de cosas, lo que no es aceptable bajo ningún concepto son declaraciones como las de José Antonio Nieto, que fue secretario de Estado de Seguridad entre noviembre de 2016 y junio de 2018, bajo las órdenes del Juan Ignacio Zoido como ministro del Interior. “En Catalunya, los recursos se pusieron en otro sitio, se priorizaron otras cosas y se abandonó la seguridad y se dedicaron prácticamente todos los recursos al independentismo”. Este enorme cinismo de quien ocupaba un puesto tan destacado en la cúpula de Interior, que perdió el rastro de Es Satty y no informó a la Generalitat de su papel de confidente mientras estaba de imán en Ripoll, debería obligarle, aunque solo fuera por prudencia, a no realizar determinadas manifestaciones. Máxime cuando fue el cuerpo de Mossos d'Esquadra quien con agilidad, información y acierto fue capaz de desarticular el comando y acabar con los terroristas en un plazo de muy pocas horas. Allí no había participación de otro cuerpo de seguridad que no fuera la policía catalana y quizás de aquel acierto se derivaron muchas de las reprimendas posteriores. Esa es la única verdad. Lo demás son insidias inadmisibles.