Si a alguna cosa se puede comparar la tensa relación entre la vicepresidenta Yolanda Díaz y su nueva formación, que con mucha autocomplacencia se ha puesto el nombre de Sumar, con los morados de Podemos —Pablo Iglesias, Irene Montero, Pablo Echenique, etc.— es a la que mantienen en Catalunya las dos formaciones independentistas, Esquerra y Junts per Catalunya. En todo caso, una diferencia sí existe: los primeros saben lo mucho que se juegan y, aunque faltan tan solo cuatro días para la presentación de las coaliciones electorales, cuesta mucho de pensar que, aunque sea en el último minuto, no acaben de ponerse de acuerdo.
La publicación de las encuestas de cara al 23 de julio son taxativas: sin este acuerdo a la izquierda del PSOE, PP y Vox tienen despejado el camino para llegar a la Moncloa. No quiere decir que poniéndose de acuerdo Podemos y Sumar, la mayoría de PP y Vox decaiga. Sino que es condición imprescindible para que tengan vida. De ello se está aprovechando Yolanda Díaz, que más que un acuerdo de coalición con Podemos, quiere directamente la rendición de la formación que otrora dirigió Pablo Iglesias.
La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo y Economía Social pretende templar el discurso a la izquierda del PSOE, algo que no es del agrado de Podemos. Díaz, en cambio, tiene puesta la directa en esta estrategia y para ello le sobran figuras muy identificadas con la formación morada, como la ministra Irene Montero, algo que ha denunciado desde su retiro político el mismo Pablo Iglesias. No deja de ser llamativa la capacidad corrosiva de Pedro Sánchez con sus socios de estos últimos años: todos ellos, con la única excepción de Bildu, han quedado arrasados por sus políticas y sus incumplimientos.
Todos ellos, también con la única excepción de Bildu, tienen que replantearse su estrategia si quieren salir vivos, el próximo 23 de julio, del paso por las urnas. En esta encrucijada están también el PNV y Esquerra que, por razones diferentes, afrontan las próximas españolas con demasiado plomo en las alas. El caso de Junts no es más optimista pero es muy diferente y tiene relación con que el voto a su formación tenga que ver con su utilidad en Madrid y en el Parlamento español.
A Yolanda Díaz le quedan pocos días para dirimir su pulso con Podemos y entender que el liderazgo sin generosidad acaba siendo una labor de encaje imposible. Porque, hasta la fecha, ha sido básicamente una dirigente política con muchos tentáculos mediáticos que la han ayudado a situarse en el centro del tablero. Ahora llega lo más difícil, que es darle la vuelta a las dificultades y conseguir salir viva.