Después de varias semanas de deshojar la margarita, el economista nonagenario Ramón Tamames, que se sentó en las Cortes constituyentes de los años setenta en los escaños de los diputados del Partido Comunista de España, ha aceptado encabezar la moción de censura a Pedro Sánchez que presentará Vox en el registro del Congreso el lunes próximo. Cuarenta y dos años después de dejar su acta de diputado y de compartir banco e ideología en aquella época junto a Santiago Carrillo o Gregorio López Raimundo —antes lo había hecho junto al poeta Rafael Alberti, el sindicalista Marcelino Camacho o Dolores Ibárruri, conocida como La Pasionaria— volverá a la carrera de San Jerónimo como candidato a la presidencia del gobierno del partido ultraderechista y se sentará junto a Santiago Abascal, Iván Espinosa de los Monteros o Javier Ortega Smith.
En esta moción espectáculo que se representará en el Congreso de los Diputados próximamente no se va a escoger un presidente del Gobierno, ni tan siquiera se va a plasmar una alternativa política. Aunque la política en Madrid tiene mucho de circense y, al final, a nadie sorprende mucho de esta naturaleza, el papel de un economista ilustre como Tamames no deja de ser sorprendente. Sobre todo, si tenemos en cuenta que de joven siempre había apuntado que su militancia en el PCE tenía mucho que ver con que era el partido que estaba más en contra del dictador Francisco Franco. Todo ello para acabar en 2023 como cartel de quien es, si no el único, el principal heredero de aquella época en blanco y negro. Flaco favor le hace a su biografía y a esa idea de que la política tiene para muchos un punto importante de vanidad, y este sería un buen ejemplo.
Vox tiene su candidato sorpresa —no hoy, sino cuando hace semanas que se supo que iba tras él— y aunque la moción se presenta oficialmente contra el PSOE, que es el partido que está en el Gobierno junto a Unidas Podemos, a buen seguro acabará siendo también contra el PP, el único aliado que la ultraderecha tiene pero también con el que compite en una franja de su electorado. Feijóo no debe ser de las personas más contentas con este movimiento de Vox a diferencia de los socialistas, que siempre podrán sacar beneficio de una performance que es difícil de ser explicada por la ultraderecha hasta a su propia parroquia de hipotéticos votantes. De hecho será la segunda moción de censura de Vox a Pedro Sánchez tras la que presentó en octubre de 2020, en aquel momento con Abascal de candidato, y que obtuvo el número de apoyos más bajo de las cinco que se han presentado en el Congreso de los Diputados.
Será la primera vez que un partido político busca extramuros a su formación un candidato para una moción de censura, algo que, por ejemplo, no se podría hacer en el Parlament de Catalunya, ya que obliga a escoger el president de la Generalitat entre los diputados electos. Se evitan así salvapatrias procedentes de otras esferas de la vida pública y candidatos negociados en los despachos aunque esta situación catalana fuera, en su origen, algo tan sencillo como un acuerdo entre el PSC y Convergència durante la elaboración del Estatut para impedirle al president Josep Tarradellas que se pudiera presentar al no querer concurrir en ninguna lista concreta. Jordi Pujol y Joan Reventós lo hicieron pensando en ellos mismos pero uno solo se podía llevar el gato al agua en las elecciones del 20 de marzo de 1980. El primero acabaría en el Palau de la Generalitat y el segundo, dos años más tarde, de embajador en París, aunque más tarde, en 1995, sería president del Parlament.
Tamames, coetáneo de Pujol y Reventós —tiene tres años más el primero y tendría siete más el segundo, fallecido en 2004— se presta al juego de un partido que le va a utilizar. En una de las pocas frases sensatas dichas por Feijóo en las últimas semanas, el presidente del PP manifestó que le había dicho a Tamames, en una conversación reciente: "Si fueras mi padre, no te dejaría hacer esto".