Un banco conceptuado como local, el Silicon Valley Bank (SVB), la entidad financiera de la élite del norte de California, entre el Valle de Santa Clara y la mitad sur de la península de San Francisco, donde miles de empresas tecnológicas han establecido la sede de sus cuarteles generales, desató este jueves la situación financiera más grave desde 2008. En la tarde del viernes, la entidad fue intervenida por el FDIC, el fondo que garantiza los depósitos en EE.UU, y se convertía así en la segunda mayor quiebra bancaria de la historia. En 48 horas, el SVB vio como sus acciones se desplomaban, el jueves un 60% y veinticuatro horas después otro 68%, una situación agravada con la retirada del dinero que tenían los inversores, que sacaron en unas horas más de 40.000 millones de dólares.
Fue el final de una entidad creada en 1982 pero el principio de un debate que, como ya sucedió en 2008, ha llegado de una manera abrupta: ¿hasta dónde el efecto contagio puede causar estragos? ¿Está el sistema financiero a salvo y las caídas bursátiles que se han vivido en todos los mercados estos últimos días son solo un resfriado que se puede superar fácilmente? Las autoridades son cautas y allí donde se ha producido el primer conato de crisis, en Estados Unidos, la Secretaria del Tesoro, Janet Yellens, habló de fortaleza del sistema bancario para añadir seguidamente que las autoridades vigilan de cerca una serie de entidades por si fuera necesario intervenir.
A finales de 2022, el SVB contaba con activos de alrededor de 209.000 millones de dólares y 175.400 millones en depósitos, jugaba un papel importante para las empresas de capital riesgo y la financiación de startups, y ahora ha quebrado. Nada hacía presagiarlo en sus balances e incluso había pasado con buena nota los exámenes periódicos del regulador pero, por en medio, y en muy poco tiempo, los tipos de interés han crecido del 0% en 2020 al 4,5% después de la última subida de la Reserva Federal, la inflación se ha disparado y los bonos bancarios en Estados Unidos están sufriendo más de la cuenta al ser unos activos corrientes de alta liquidez. De ahí las especulaciones que unos hacen, el pesimismo que otros tienen y también el alarmismo que en las redes sociales se está viviendo, con analistas asegurando que el escenario no es muy diferente al de las subprime hipotecarias que causaron el crash financiero de 2008.
Si hacemos caso a los analistas europeos, aquí, en el viejo continente, el riesgo del efecto contagio es relativamente bajo para las entidades europeas. Pero también es verdad que esto ya lo hemos oído en otras ocasiones -¿dónde estaban los analistas a la hora de presagiar lo que ha sucedido en tan solo 48 horas en el Silicon Valley Bank?- y habrá que dejar pasar algo más de tiempo para confirmar estos vaticinios. El sistema financiero se basa en la confianza y, aunque el modelo bancario de portafolio español invertido en bonos es muy diferente, el pánico y los nervios acaban apareciendo si se produce una combinación peligrosa.