La confirmación de que el mayor Trapero toma de nuevo el mando de los Mossos, desde su nuevo cargo de director general de la Policía, y su gente de máxima confianza ocuparán los puestos de mayor rango de la policía catalana, supone una ruptura absoluta con los equipos que venían funcionando estos últimos tiempos y una revancha en toda la regla. Si Josep Lluís Trapero perdió la batalla en diciembre de 2021 cuando el entonces conseller Joan Ignasi Elena lo cesó y lo desplazó a desempeñar tareas burocráticas, menos de tres años después regresa de la mano del president Salvador Illa y de la consellera Núria Parlón a un cargo eminentemente político dentro del organigrama de Interior, pero en el que hará y deshará como ya se ha visto con los nuevos nombramientos anunciados.

Es obvio que con el retorno de Trapero, Salvador Illa envía un mensaje. El primero de todos, de descontento —aunque se librará de proclamarlo y de ahí que Parlón hablara tan solo de la necesidad de nuevos liderazgos— con el funcionamiento actual del cuerpo y de su equipo directivo. El segundo, que puede haber recibido los votos para su investidura de Esquerra y contar con ellos para sacar adelante la legislatura, pero en estos momentos su gobierno es monocolor y allá donde no haya compromisos asumidos, las decisiones serán exclusivamente suyas. Y tercero, que cumplía los anuncios efectuados públicamente, como es el caso del realizado en campaña con Parlon y Trapero.

En un cuerpo policial tan dividido entre partidarios y detractores de Trapero, el PSC toma partido por unos en lógico detrimento de otros

Pero, al lado de estas cuestiones, hay otras también relevantes. En un cuerpo policial tan dividido entre partidarios y detractores de Trapero, el PSC toma partido por unos en lógico detrimento de otros, algo que es normal cuando se accede a un gobierno, pero no puede pasar desapercibido. El hasta ahora comisario jefe de los Mossos, Eduard Sallent, y aspirante a la plaza de mayor, rango que ya tendría si la justicia no hubiera paralizado su nombramiento, ha quedado a la espera de nuevo destino. Su puesto de jefe de los Mossos lo ocupará Miquel Esquius. Como número dos de la jefatura estará Alícia Moriana, hasta ahora jefa de la región Central, en Manresa. El primero mantiene una relación muy fría con Sallent y la segunda presentó un contencioso-administrativo en los juzgados cuando se abrió la plaza de mayor, se presentó y no fue elegida.

Hay, finalmente, un elemento nada menor y es el hecho de que un uniformado —con sus lógicas filias y fobias en el cuerpo— sea director general de la Policía. Es, salvando casi todas las distancias, casi tanto como poner a un militar al frente del ministerio de Defensa. Por eso, hasta la fecha, este cargo nunca había sido ocupado por un no civil en el organigrama de la Generalitat. Dicho eso, la valoración habrá que hacerla más adelante y no sobre el pasado, sino sobre lo que suceda en el futuro. Porque a Trapero, conocimiento policial no le falta y contactos con los demás cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, tampoco.