La decisión del Tribunal Supremo de los Estados Unidos rechazando la eliminación de la papeleta de Donald Trump de las primarias republicanas, en contra del criterio establecido en el estado de Colorado, supone, en la práctica, una importante victoria del expresidente e, indirectamente, un impulso a su retorno a la Casa Blanca. Las esperanzas demócratas de que la justicia apartara a Trump de la carrera presidencial no se han visto cumplidas y la posibilidad de que Norteamérica se lance a un futuro desconocido —o, mejor dicho, demasiado conocido— vuelve a ser una realidad. No hay duda de que Trump se llevará sin ninguna oposición importante la nominación del partido republicano y ello quedará plasmado de manera irreversible en las primarias de este supermartes en que se escogen los delegados para la convención en 21 estados del país.
Aunque tiene otras causas penales pendientes, todo apunta a que Trump está ya definitivamente en el carril adecuado para aspirar a la reelección. Las encuestas que se vienen publicando en Estados Unidos, un país muy dado a conocer permanentemente el estado de ánimo de la opinión pública, no hacen sino ensanchar la distancia entre Trump y el presidente Joe Biden, en beneficio del primero. El pasado fin de semana, una encuesta de Siena College para The New York Times arrojaba datos desoladores para Biden: el rechazo del presidente se eleva al 47%, el más alto de su presidencia; el candidato republicano adelanta por cinco puntos al demócrata (48% a 43%), con casi el 10% de indecisos; la mayoría de los electores consideran que la economía estadounidense está mal gestionada o, directamente, que las medidas aplicadas durante el mandato de Biden les han perjudicado. Y un último dato nada menor: las minorías en que Biden asentó su victoria, como son los afroamericanos o los latinos, incluso las mujeres, son los más descontentos.
Si a ello añadimos las dudas sobre la salud de Biden, que no harán sino ampliarse en los próximos meses, o sus fallos de memoria a sus 81 años, el panorama que tiene por delante el inquilino de la Casa Blanca es todo menos halagüeño. Las encuestas ponen también de relieve un hecho que es preocupante por lo rápido que ha pasado página el electorado republicano, como es la implicación de Trump en los graves sucesos del asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021. Más allá de que el Tribunal Supremo no haya eliminado su papeleta y le haya abierto la posibilidad real a su reelección, la sociedad norteamericana no debería haber olvidado el peligroso salto de aquellos sucesos que impactaron a la opinión pública mundial. Unas imágenes que hemos visto en otros países del mundo y que pensábamos que no veríamos nunca en Washington y que, a la postre, trasladaron lo peor de la política de confrontación y del populismo.
Todo apunta a que Trump está ya definitivamente en el carril adecuado para aspirar a la reelección
Mucho tienen que cambiar las cosas para que en la cita electoral del 5 de noviembre Biden sea capaz de obtener la reelección. La distancia empieza a ser importante y aunque Trump es imprevisible, el desgaste que pudiera tener en estos meses parece más que amortizado. El personaje, con sus aristas, es capaz de retener el 97% de los que le votaron hace cuatro años, mientras que su rival solo consolida el 83% teniendo fugas importantes. En un marco electoral en que todo se decide entre dos candidatos, esta diferencia de 14 puntos es abismal. Aunque en los últimos tiempos se ha especulado con que Kamala Harris pudiera dejar su condición de ticket de Biden a una figura demócrata más importante como candidata a vicepresidenta, no parece nadie dispuesto con hechuras de ganador a coger este relevo.
También se ha especulado con que Michelle Obama, la mujer del expresidente, pudiera ser una solución demócrata si las opciones de Biden se van deteriorando o su estado de salud empeora. Mientras ese rumor se expande, Michelle Obama, que acaba de cumplir 60 años el pasado mes de enero y conserva intacta su popularidad, guarda silencio y responde una frase tan previsible como que no quiere saber nada de política.