Parece que no haya amenaza alguna que revierta la realidad de lo que sucede desde hace infinidad de décadas con las inversiones del Estado en Catalunya. El resultado siempre es el mismo: Catalunya se sitúa, en términos porcentuales, en la cola de todas las comunidades autónomas. Y, no solo eso: Madrid es justamente lo contrario y logra encabezar, un ejercicio más, el porcentaje de obra pública ejecutado de acuerdo con los presupuestos generales del Estado. Acabamos de conocer la ejecución del primer semestre de 2024 y se repite la pauta de los últimos ejercicios, en Catalunya la inversión ha sido del 20% habiéndose ejecutado en el Estado 456,6 millones de euros del crédito inicial de 2.276,4 millones. En Madrid, de los 1.207 millones posibles se han ejecutado 694,3 millones, el equivalente al 57,51%.
Las cifras son especialmente graves en Adif y Renfe, donde la ejecución entre enero y junio de 2024 fue del 16,7% en el primer caso y del 23% en el segundo, lo que viene a representar que la ejecución ferroviaria fue una sexta parte de lo previsto, un 17,5%. Habida cuenta de que el actual ministro de Transportes, Óscar Puente, lo es desde el 21 de noviembre de 2023, lo suyo es exigirle responsabilidades que no pueden ser otras que su dimisión. Porque la anterior, Raquel Sánchez, exalcaldesa de Gavà, desde julio de 2021, ya dejó la cartera en sus manos y su balance no fue más meritorio. Hoy ha encontrado acomodo en la presidencia de Paradores de Turismo. Y el anterior a Sánchez, José Luis Ábalos, ministro entre 2018 y 2021, salpicado por el caso Koldo, está inmerso en varios casos de corrupción.
Las infraestructuras seguirán con las deficiencias actuales, la ejecución de la inversión no aumentará en Catalunya y sí que lo hará en Madrid. Y a nadie se le caerá la cara de vergüenza
Lo más preocupante de todo ello es que pese a las permanentes protestas de los partidos catalanes y de que Junts y Esquerra tengan una posición determinante en la evolución de los gobiernos españoles, cada año nos quejemos de lo mismo. Es evidente que no hay suficiente con decirlo desde la tribuna del Congreso de los Diputados y que hay que ir varios pasos más allá para darle la vuelta. La asfixia catalana tiene múltiples razones, desde el crónico déficit fiscal hasta el incumplimiento de las inversiones. En todas ellas, hay un muro infranqueable que se refugia en argumentos también cronificados. En el caso del déficit fiscal no se puede caminar hacia el concierto, ya que sería insolidario y colapsaría el sistema de las comunidades autónomas.
En el caso de las inversiones, también hay un patrón de funcionamiento. Se nombra un ministro, hace grandes promesas, cuando llegan las cifras, que siempre es un año después, se buscan explicaciones con la herencia recibida y cuando ya no valen las explicaciones dadas porque la mentira no se la cree nadie, se nombra uno o una de nuevo. Y vuelta a empezar. Yo he oído a ministros tan locuaces como Josep Borrell, Francisco Álvarez Cascos, Magdalena Álvarez, José Blanco, Ana Pastor o los citados anteriormente hacer grandes PowerPoint con inversiones millonarias que tendrían que resolver el colapso de las inversiones en Catalunya. Y todo acababa en nada. Eran ministros del PP y del PSOE, pero el final no diferenciaba grandes cosas.
La noticia se ha conocido en fin de semana, la víspera de la Semana Santa, un período de actividad política mucho más baja. Lo más peligroso de estas cosas es que después del ruido que va a haber durante unos días desaparecerá de la agenda nuevamente. Pero las infraestructuras seguirán con las deficiencias actuales, la ejecución de la inversión no aumentará en Catalunya y sí que lo hará en Madrid. Y a nadie se le caerá la cara de vergüenza.