Acaba de anunciarnos el presidente del gobierno español que piensa buscar votos hasta debajo de las piedras para aprobar el rechazado decreto ómnibus. Y ha añadido que lo hará por responsabilidad y por convicción para que la gente tenga todos sus derechos que han sido recortados en el Congreso de los Diputados por la suma parlamentaria de PP, Vox y Junts. Pedro Sánchez ha sido así de taxativo horas después de que la presidenta del grupo parlamentario de Junts en las Cortes, Míriam Nogueras, le advirtiera, en una entrevista en este diario, que si volvía a votarse en el Congreso el mismo decreto ómnibus que ya fue rechazado, el resultado sería el mismo. El Gobierno perdería la votación.

La expresión de buscar votos debajo de las piedras tiene sus riesgos, ya que se le entiende todo, aunque debajo de las rocas solo haya caracoles, gusanos y algún que otro cangrejo. Los votos que necesita, mal que le pese, están en una mesa de negociación con quien puede facilitárselos y no estaría de más que Sánchez se alejara de los titulares porque el Consejo de Ministros del próximo martes está a la vuelta de la esquina. Y, si las cosas no cambian, el único margen que tiene es aprobar la subida de las pensiones y las ayudas al transporte y los afectados de la DANA. Lo puede hacer en un decreto, en dos, o en tres, pero las cosas han ido tan lejos que los que votaron que no al decreto ómnibus difícilmente pueden modificar el sentido de su voto sin que sea visto como un trágala.

La expresión de buscar votos debajo de las piedras tiene sus riesgos, ya que se le entiende todo, aunque debajo de las rocas solo haya caracoles, gusanos y algún que otro cangrejo

El PSOE ya sabe que ese es el terreno de juego. Y que la semana que viene tampoco habrá un movimiento de fichas que le permita ver la partida de una manera diferente. Este domingo se publicaba una encuesta realizada por Metroscopia en la que se recogía que el 62% de los españoles culpaba al gobierno de Pedro Sánchez del fracaso del decreto ómnibus, el 20% responsabilizaba al PP y a Alberto Núñez Feijóo y el 16% a Carles Puigdemont. Con estas cifras, la presión la tiene el gobierno español, más allá de aspavientos dialécticos. Con el regreso a la actividad política, el PSOE empezará a notar un cosquilleo de sindicatos, Sumar y Podemos para que desbloquee la situación de las pensiones, ya que es obvio que es un material hipersensible entre este colectivo y más allá de lo que publican los diarios cuesta mucho hacer creer a un jubilado que el no incremento de la pensión es culpa de la oposición cuando las pensiones las sube siempre el Gobierno.

Por lo poco que se sabe, el PSOE ha recibido calabazas de Junts durante todo el fin de semana en las diferentes conversaciones discretas que se han producido. Los anzuelos que se han lanzado desde la Moncloa solo han servido para constatar que si las relaciones se siguen tensionando por este tema, lo que puede llegar a pasar es que acabe estropeando definitivamente el diálogo que había para mirar si se podía encontrar el fiel de la balanza a la iniciativa legislativa sobre la moción de confianza que duerme en la Mesa del Congreso de los Diputados, cosa que no se había logrado. ¿Y la reunión Pedro Sánchez-Carles Puigdemont? La respuesta de Míriam Nogueras en la entrevista en El Nacional era contundente: “Una reunión Sánchez-Puigdemont ahora no cambiaría nada”.