Es muy probable que los militares dejaran de aparecer en las primeras páginas de los medios de comunicación cuando, en un acto audaz y sin duda valiente, el entonces presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, designó a Carme Chacón ministra de Defensa en 2008. Fue un movimiento sin precedentes hasta aquel momento en la historia de España: una mujer joven y embarazada de su primer hijo asumía a los 36 años el Ministerio de Defensa. Aunque han pasado muchos años, algunos comentarios en los cuarteles de aquellos días aún son irreproducibles y los inicios de Chacón no fueron ciertamente fáciles, ya que era para muchos militares la confirmación inequívoca de que su protagonismo sería a partir de entonces muy diferente. Aquel "¡Capitán, mande firmes!" en su toma de posesión, tras pasar revista a las tropas, embarazada de siete meses, simbolizó un antes y un después, y de los militares solo se habló a fogonazos cuando salía alguna noticia de malestar en el ejército, siempre a través de miembros retirados.

Hubo un pequeño revival cuando la explosión de la pandemia de covid-19 en marzo de 2020. Pedro Sánchez declaró en esas fechas el estado de alarma y el confinamiento domiciliario obligatorio a toda la población española y los militares fueron parte del equipo de comunicación de la crisis inicialmente. Más o menos, durante un mes, representantes de las Fuerzas Armadas, Policía Nacional y Guardia Civil, formaron parte del equipo de crisis que comparecía en televisión, hasta que los uniformados desaparecieron. El hecho de que el president del País Valencià, Carlos Mazón, haya designado como vicepresidente de su gobierno al teniente general Francisco José Gan Pampols, actualmente en la reserva, conocido por su papel al frente de la reconstrucción de Afganistán, es ciertamente chocante. Y más aún que Gan Pampols haya declarado que no aceptará directrices políticas. Cuando se le ha preguntado si tampoco las aceptará del president de la Generalitat Valenciana, ha estado contundente: "Que afecten a la reconstrucción, no. Ha sido la condición básica. El presidente ha sido transparente en este aspecto. Yo le dije: una vez se apruebe el plan director que contemple todos los aspectos de la reconstrucción, no puede haber interferencias de orden político de ningún tipo, ni político, ni partidista, ni de intereses, en absoluto". 

Militarizar un gobierno tan desprestigiado como el de Mazón es arriesgado y un camino resbaladizo

Hacía muchos años que no escuchaba algo así en público por parte de un militar, ni que sea en la reserva. Con Adolfo Suárez, la última vez que hubo un militar en un gobierno español y seguramente también en un gobierno autonómico, el teniente general Manuel Gutiérrez Mellado, que tuvo rango de vicepresidente primero para Asuntos de la Defensa, siempre asumió públicamente que las decisiones correspondían al presidente. No parece que hayamos ido para adelante con estas manifestaciones de Gan Pampols. Este miércoles, Mazón ha nombrado el segundo militar de rango para su gobierno. El general de brigada del Ejército de Tierra, Venancio Aguado de Diego, será secretario autonómico de la recién creada vicepresidencia para la Recuperación Económica y Social del País Valencià. Las explicaciones dadas desde la Generalitat Valenciana de que los militares no vienen a hacer política no se sostienen por sí solas, ya que las decisiones sobre cualquier asunto público siempre son, por su propia naturaleza, políticas. Y eso es así tanto si las adopta un político profesional, un médico, un abogado o un ingeniero. También un militar. Es más: ¿acaso no es hacer política incorporarse a un gobierno del Partido Popular?

Dice, además, que no aceptará ninguna crítica que no venga del ámbito técnico. ¿Quiere decir que no comparecerá en las Corts Valencianes, si es citado? ¿Qué no dará todas las explicaciones que se le pidan, las que le gusten y las que no? El PP ha colocado un cortafuegos que lejos de ser técnico es más bien político. Es una jugada política el colocar un no político, en este caso, un militar, capaz de impedir una derrama electoral hacia Vox. Está tácticamente bien pensado. Taponar la pérdida de votos hacia el partido al que más pueden ir. Lanzar un mensaje a la derecha de que hay un militar, con un expediente importante, al servicio de los valencianos después de la catástrofe de la DANA. Un salvador, no un político, en un momento de desprestigio de los políticos. El mensaje de militarizar un gobierno tan desprestigiado como el de Mazón y a partir de aquí empezar la reconstrucción del PP es arriesgado y un camino resbaladizo.