Tal día como hoy del año 2015, hace 10 años, a las 10:51 horas, el avión Airbus A320-200 de la compañía Germanwings (filial de Lufthansa) y que efectuaba el vuelo 9525 entre Barcelona y Dusseldorf, fue estrellado a propósito por su copiloto Andreas Lubitz en una zona montañosa de los Alpes del municipio de Prats de Blèuna (Provenza-Francia). Posteriores investigaciones revelarían que el copiloto Andreas Lubitz estaba en tratamiento psicológico y en situación de baja laboral que no habría comunicado nunca a su empresa. También se reveló que la ley del secreto médico habría impedido que las autoridades sanitarias alemanas informaran a la compañía de la potencial peligrosidad de su empleado.
Aquella catástrofe causó la muerte de las 150 personas que viajaban a bordo del avión (tripulación y pasajeros); de las cuales 40 eran catalanas y valencianas. Entre las víctimas mortales catalanas y valencianas había vecinos de Cornellà de Terri, Banyoles, Amer, Olot, Girona, Sant Cugat del Vallès, Mollet del Vallès, Badalona, Argentona, Tiana, Premià de Mar, Mataró, Barcelona, Pallejà, Sant Just Desvern, Sabadell, Sitges, Tona, Reus, Lleida y Torrent (País Valencià). La mayoría de estas víctimas se desplazaban a Alemania por motivos profesionales, pero en aquella trágica lista también había grupos familiares y menores de edad.
Poco después, el escritor Marçal Girbau publicó el libro El vol de la Cristina que repasaba la vida de una de las víctimas, la prometedora científica catalana Cristina Muñoz, y analizaba las negligeancias y el dolor no reparado. Girbau denunciaba que el Gobierno nunca defendió la tesis de los familiares de las víctimas, que reclamaban que aquella tragedia se considerara un atentado y no un accidente. También denunciaba que esta actitud obedecía a la postura subordinada del ejecutivo español, en aquel momento presidido por Mariano Rajoy, del Partido Popular, que no se quería enfrentar a una gran compañía alemana ni con el gobierno alemán.