Tal día como hoy del año 1874, hace 150 años, se producía un episodio de fuertísimas tormentas en las cabeceras de los ríos que nacen en la parte sur de la Cordillera Prelitoral catalana (sierras del Montsant, de Prades, y del Tallat). Según la investigación historiográfica y climatológica, entre las 11 de la noche del día 22 y las 5 de la madrugada del día 23 cayeron unos 1.000 litres/m², que provocaron el desbordamiento de los ríos Francolí, Brugent, Gaià, Siurana, Corb y Ondulara; que pasaron a acumular formidables avenidas que multiplicaban por 500 su caudal ordinario.

Estas avenidas provocaron la inundación y destrucción parcial o total de varios pueblos y villas situados en la orilla de estos ríos. El balance de víctimas más elevado se lo llevó Tàrrega (Urgell). El río Ondara, totalmente desbordado, en pocos minutos se llevó el barrio de Sant Agustí, provocando la muerte de 150 vecinos. En Guimerà (Urgell), el río Corb, totalmente descontrolado, también en pocos minutos se llevó todas las casas situadas en el arenal: 35 muertos. Y en L'Espluga (Conca de Barberà) se llevó todas las casas a pie de río y el balance sería de 24 muertos.

En La Riba (Alt Camp), el río Francolí, totalmente soltado, destruyó seis molinos papeleros, estropeó gravemente otros seis, y causó tres muertos y doce desaparecidos. Tàrrega, Guimerà, L'Espluga y La Riba sumaron 212 muertos y 12 desaparecidos durante aquellos escasos pero fatídicos minutos de la madrugada de Santa Tecla. Sin embargo, la peor parte se la llevó Los Eixaders, una pedanía del municipio de Belianes (Urgell). El río Corb arrasó todo el pueblo y la vida de sus 30 habitantes. No hubo ningún superviviente.

Pasados diez días (3 de octubre de 1874) la prensa de la época publicaba que el mar había empezado a devolver los cuerpos de las víctimas arrastradas por los ríos que desembocaban en el Mediterráneo. En las playas de Torredembarra, de Altafulla, de Tarragona y de Vila-seca aparecieron los cadáveres de vecinos de pueblos situados entre 20 y 40 kilómetros de la costa que habían sido arrastrados por la riada. Las autoridades de la época declararon que el Aguacero de Santa Tecla se había saldado con la espantosa cifra de 575 muertos, 20 desaparecidos y más de 700 edificios destruidos.