Tal día como hoy del año 1985, hace cuarenta años, en Barcelona moría Salvador Espriu y Castelló, que había sido una de las figuras más destacadas de la literatura catalana del siglo XX. Espriu cultivó los tres grandes géneros de la literatura: la lírica, la narrativa y el teatro. Sin embargo, sería especialmente conocido por el cultivo de la poesía. En 1963, en un contexto de prohibición y persecución de la lengua y de la cultura catalanas, publicó Obra poètica, que incluía la republicación de Llibre de Sinera (1946). A partir de este hecho y de forma totalmente inesperada, la figura y la obra de Espriu adquirieron una gran popularidad y se convirtieron en símbolos de las reivindicaciones nacionales de Catalunya. El director teatral Ricard Salvat y el cantautor Raimon serían figuras claves en este proceso, y Espriu acabaría siendo conocido como el poeta del pueblo.
Salvador Espriu había nacido en 1913 en Santa Coloma de Farners (La Selva) en una familia originaria de Arenys de Mar, formada por Francesc Espriu, notario, y Escolàstica Castelló. Sin embargo, Espriu se crio en Barcelona —el nuevo destino de su padre— y se educó en la Escola Montessori y en la Escola Alemana. De aquella época de infancia, Espriu siempre rememoraría las vacaciones de verano en la casa familiar de Arenys de Mar, en la calle de la Perera, que, más adelante, inspirarían Llibre de Sinera y Primera història d’Esther. Más adelante, la familia Espriu atravesó una época con graves problemas de salud, que causarían la muerte de dos de sus cinco hijos y una larguísima convalecencia de Espriu. Sería durante esta etapa (década de 1920) que se forjaría su pasión por la lectura y por la literatura.
Más adelante sufriría otra sacudida importante. Con la entrada de las tropas franquistas en Barcelona, Espriu vio la muerte de Catalunya (1939). Poco después, moría su padre (1940) y tendría que trabajar durante veinte años en la notaría que había sido de su progenitor (1940-1960) para contribuir al sostenimiento económico de la familia. Este trabajo le desagradaba profundamente y no le dejaba espacio ni tiempo para dedicarse a su pasión: el cultivo literario. Espriu describiría aquella experiencia “como los años más duros y amargos de mi vida”. Sin embargo, la obra que lo conduciría a la popularidad fue escrita, en buena parte, durante esta etapa: Les hores; Mrs. Death; El caminant i el mur; Final de laberint; Evocació de Rosselló-Pòrcel (un homenaje a su gran amigo difunto) y La pell de brau.