Tal día como hoy del año 1150, hace 875 años, en Barcelona, Ramón Berenguer IV, conde independiente de Barcelona y hombre principal de Aragón, firmaba la cesión a la orden del Císter de un amplio territorio en la sierra de Prades, destinado a la construcción y el mantenimiento de un monasterio. En ese momento, empezaba a escribirse la historia de lo que sería —y sigue siendo— el monasterio cisterciense más antiguo y más importante de Catalunya y de los Països Catalans, y de lo que sería, posteriormente, el panteón real de la Corona catalanoaragonesa. Aquella cesión se hizo en favor del monasterio cisterciense de Fontfreda (situado en los bosques del vizcondado de Narbona, por aquel entonces dependiente de la corona francesa), que, de esta forma, se convertía en la casa matriz de los primeros establecimientos del Císter en Catalunya.

El año siguiente (1151), llegaron un pequeño grupo de monjes, que serían los que impulsarían las primeras edificaciones del monasterio. Inicialmente, aquella pequeña comunidad, formada por una veintena de religiosos, estuvo sujeta a los abades de Fontfreda, hasta que el 9 de agosto de 1153, el monje Guerau de Marbons firma el primer documento como abad de Poblet. Desde entonces, Poblet ha tenido 106 abades, muchos de ellos —durante las edades media y moderna— han sido personalidades muy poderosas en la Catalunya de su época. Ramon de Cervera (1224-1229) y Vidal d'Alguaire (1232-1236) tuvieron un papel muy relevante en la conquista de Mallorca y València, y Miquel Delgado (1458-1478), Joan Payo (1480-1498) y Francesc Oliver de Boteller (1583-1598) fueron presidents de la Generalitat.

Poblet se convirtió en panteón real de la Corona catalanoaragonesa. El primero que fue enterrado ahí fue Alfonso-Ramón (1162-1198), hijo y sucesor de Ramón Berenguer IV. Pero no sería hasta el reinado de Jaime I (bisnieto de Ramón Berenguer IV) —por la decidida intervención de sus abades en las empresas expansivas de Mallorca y València—, cuando Poblet pasaría a estar protegido por el estamento real. Con Pedro III ganaría —definitivamente— la categoría de panteón real. En Poblet se enterró a Jaime I, Pedro III (tataranieto de Jaime I) y sus tres consortes, Juan I (hijo de Pedro III) y sus dos consortes, Martín I (hijo de Pedro III) y su consorte, y los Trastámaras Fernando I (sobrino de Pedro III), Alfonso el Magnánimo (hijo de Fernando I) y Juan II (hijo de Fernando I y padre de Fernando el Católico) con su segunda consorte, Joana Enríquez.