Tal día como hoy del año 976, hace 1.048 años, en Córdoba (capital del califato de al-Ándalus), moría el califa Alhakén II y, acto seguido, una tríada de personajes próximos al difunto tomaban el control del poder. Esta tríada estaba formada por Subh Umm-Wàlad (la viuda del difunto califa y madre del heredero al trono Hisham, exesclava vasca, de nombre Aurora, que había sido capturada siendo una niña y que, con el transcurso del tiempo, se había convertido en la favorita del harén); por Yaáfar al-Mushafi (primer ministro del califato y descendiente de una familia de origen bereber instalada en Valencia durante la invasión árabe del siglo VIII); y por Muhammad al-Mansur (administrador del patrimonio de la viuda y de los hijos del califa y descendiente de una familia de origen yemení que se había establecido en el campo de Gibraltar durante la invasión árabe del siglo VIII).

El ascenso al poder de este triunvirato, que fue justificado por la minoría de edad del heredero Hisham, significó un cambio radical en la política exterior andalusí. Córdoba abandonó las políticas de paz que había cultivado el difunto Alhakén II y se inició una etapa de permanente hostilidad hacia los dominios cristianos del norte peninsular, que duró más de un cuarto de siglo y que no cesaría hasta la desaparición del último de estos personajes (1002). Estas hostilidades consistían en organizar campañas de gran alcance (con ejércitos que reunían entre 40.000 y 50.000 efectivos) contra los territorios cristianos peninsulares (reinos de León y de Pamplona, y condados carolingios de la Marca de Gotia), de corta duración, pero extremadamente violentas y devastadoras y que se llevaban a cabo durante los meses de verano.

En 977, Al-Mansur, que había confirmado su condición de amante de la viuda Subh y que se había convertido en el general en jefe del califato, comandó un ejército que devastó el reino de León. En 978 hicieron lo mismo con el de Pamplona. Y en 985, al frente de un contingente formado por 40.000 efectivos, penetró en el interior del condado de Barcelona (el más meridional de la Marca carolingia de Gotia); y devastó los territorios de El Penedès, de El Bages y de El Vallès. Acto seguido ordenó asediar y asaltar Barcelona, destruyendo dos de los cuatro barrios en que estaba dividida la ciudad. En aquella operación, Al-Mansur tomó miles de cautivos, que seleccionó entre las clases privilegiadas (que tenían recursos para pagar un rescate) y entre la población joven (que tenía mucha salida a los mercados de esclavos del califato).