Tal día como hoy del año 1898, hace 126 años, se libraba la batalla naval de Cavite, en el sur de la bahía de Manila (entonces colonia española de Filipinas), que enfrentó a una escuadra naval estadounidense, formada por cinco cruceros y un cañonero, y dirigida por el comodoro George Dewey, con toda la flota colonial española en el océano Pacífico, formada —únicamente— por seis cruceros y un cañonero, y comandada por el contralmirante Patricio Montojo. Esa batalla, que se saldó con la derrota absoluta de los españoles y la destrucción de toda la flota colonial en el Pacífico, supuso el principio del fin de la presencia colonial hispánica en Filipinas. Tan solo tres meses y medio después (16 de agosto de 1898), el gobierno español presentaba la rendición.
La batallas de Cavite (1 de mayo de 1898) y de Manila (13 de agosto de 1898) fueron los dos enfrentamientos más destacados entre las fuerzas estadounidenses (que, aparentemente, apoyaban a los independentistas filipinos) y el ejército colonial español. Pero en realidad eran una proyección del conflicto hispanoamericano que se había iniciado en el mar Caribe por el control de las islas de Cuba y Puerto Rico. Después de la explosión y el naufragio del acorazado norteamericano USS Maine mientras estaba atracado en el puerto de La Habana (15 de febrero de 1898), y que Washington atribuyó a los militares españoles, la flota estadounidense desplazada al océano Pacífico se concentró en la colonia británica de Hong Kong y puso rumbo a la bahía de Manila.
Las fuerzas navales coloniales se componían de media docena de naves (todas con el casco de madera, excepto el crucero Reina Cristina), mal armadas y, prácticamente, sin munición. Todo lo contrario, la flota estadounidense estaba formada, también, por seis naves, pero con el casco metálico y dotada con armamento moderno de gran alcance y con una gran cantidad de munición. El capitán general Primo de Rivera pretendía defender Manila a pesar del evidente riesgo de una masacre sobre la población civil. Pero el contralmirante Montojo, contrario a esta estrategia, desplazó la flota española fuera del puerto de la ciudad para dar batalla en Cavite. Después de la guerra, Montojo fue expulsado de la marina de guerra española.