Tal día como hoy del año 1642, hace 382 años, en el contexto de la Guerra de Separación de Catalunya (1640-1652/59) la escuadra de la Marina hispánica formada por 48 naves (galeotes, fragatas y brulotes) y comandada por Juan Alonso Idiáquez, que había aparecido dos días antes delante de Barcelona con el propósito de atacar la ciudad, se retiraba después de sufrir importantes desperfectos. La Marina hispánica había sido echada por un grupo naval francocatalán anclado en el puerto de Barcelona, formado por 75 naves (30 galeones y 14 brulotes franceses, y 14 galeras y 14 cocas catalanas) y comandado por Armand Maillé-Brezé, representante de Luis XIV de Francia ante las instituciones de gobierno de Catalunya. La artillería sería fundamental para decidir el resultado de aquella batalla.

Los desperfectos provocados en las naves hispánicas, fruto de las andanadas de la escuadra francocatalana, obligó a Alonso a renunciar a su objetivo y retirarse a Mallorca. Un año más tarde, se produciría una réplica de aquel combate naval, pero con un escenario y una iniciativa diferentes. Tuvo lugar delante del puerto de Cartagena (corona castellanoleonesa) el 3 de septiembre de 1643; y en aquella ocasión el ataque fue iniciativa de la armada francocatalana. Los hispánicos reunieron a las escuadras de Flandes y de Nápoles, comandadas por Petersen y Mencos; pero aquel segundo enfrentamiento también se saldó con victoria de la escuadra de Maillé-Brezé, que capturó 2 naves y hundió 2 más de las 38 naves hispánicas y causó centenares de bajas en el enemigo.

Después de Barcelona y de Cartagena, buena parte de la Marina hispánica quedó destruida y perdió su primacía en el Mediterráneo. Las batallas navales de Barcelona y de Cartagena anticipaban el fin del liderazgo militar mundial que la monarquía hispánica ostentaba desde 1518 (reunión de los patrimonios familiares de Carlos de Gante), y que se confirmaría al final del conflicto hispano-francés (Tratado de los Pirineos, 1659).