Tal día como hoy del año 1528, hace 498 años, en Valladolid, el rey Carlos —monarca de Catalunya-Aragón, Castilla y León, Navarra; archiduque del conglomerado austroborgoñón, y emperador del Sacro Imperio Romanogermánico— firmaba el contrato de venta —para 20 años— de la parte oriental de la colonia de Tierra Firme (actual estado de Venezuela) a sus banqueros privados, los Welser (originarios de Augsburgo y de Núremberg, en aquel momento ciudades-estado del Sacro Imperio Romanogermánico). Aquella venta se formalizaba por la imposibilidad de Carlos de devolver los préstamos que le habían concedido sus banqueros para comprar las voluntades de los príncipes electores en la elección al trono imperial romanogermánico.
A partir de aquel momento, los Welser llamaron a aquella colonia Klein-Venedig, e invirtieron grandes esfuerzos humanos y económicos para encontrar El Dorado, una ciudad legendaria que los europeos de la época situaban en aquel territorio. Pero la búsqueda de El Dorado se concluyó con un rotundo fracaso. Y cuando los banqueros Welser, desengañados, empezaron a crear estructuras coloniales privadas (siguiendo el modelo de la empresa colombina o de las empresas colonizadoras inglesas y neerlandesas) con el objetivo de obtener otros tipos de beneficios, los soldados hispánicos no aceptaron este statu quo y, en dos revueltas diferentes, asesinaron a los jefes de la empresa alemana, Georg Hohermuth von Speyer (1538) y Philipp von Hutten (1546).
Después de la muerte de von Hutten (1546) y cuando todavía faltaban dos años para el vencimiento del derecho de explotación, la administración hispánica rescindió el contrato unilateralmente y reincorporó el territorio al patrimonio de la Corona. Ochenta años largos después (1634), el catalán Joan Orpí recuperó el proyecto de los Welser —pero sin la ambición de encontrar El Dorado— y obtuvo autorización de la Corona hispánica para explorar y explotar aquel territorio y crear una estructura colonial privada. Orpí la denominó Nueva Catalunya y fundó dos ciudades: Nueva Barcelona y Nueva Tarragona. Con el estallido de la Guerra de Separación de Catalunya (1640-1652/59) las autoridades hispánicas rescindieron unilateralmente el contrato y destruyeron la colonia.