Tal día como hoy del año 1837, hace 188 años, en las llanuras situadas entre Sant Antolí i Vilanova (Segarra) y la Panadella (Anoia), y en el contexto de la Primera Guerra civil Carlista (1833-1840), se produjo un enfrentamiento entre las tropas carlistas —llamadas, también, apostólicas, y lideradas por el religioso Benet Tristany— y las tropas liberales —llamadas,  también, cristinas o nacionales, y dirigidas por el militar Francesc Antoni d'Oliver. Los carlistas emboscaron al convoy liberal —que circulaba entre Cervera y Barcelona—, y el resultado de aquella batalla fue claramente favorable al bando carlista. A partir de aquella victoria cambiarían el curso de una guerra que hasta entonces les había sido desfavorable. 

La Primera Guerra Carlista había estallado en 1833, pero, desde entonces, los jefes militares carlistas en Catalunya no habían sido capaces de consolidar el dominio sobre las zonas donde habían recogido más apoyo popular (las comarcas interiores y rurales del país). Pero la batalla de la Panadella significaría un punto de inflexión. Después de aquel enfrentamiento, Tristany conseguiría —por primera vez desde el inicio de la Guerra— controlar buena parte de la mitad norte de Catalunya y algunas ciudades importantes de este territorio, como Berga (que sería convertida en la capital de la Catalunya carlista) o como Solsona o Ripoll. Y también conseguiría conectar las zonas catalana y valenciana de dominio carlista (a través del corredor Segarra-Priorat-Ebre-Maestrat).

Aunque ya hacía casi dos años que se había firmado el Convenio de Elliot (1835) —un código de respeto a los prisioneros de guerra o a los enemigos que se rendían en el campo de batalla y que debía poner fin a las salvajadas que se cometían en aquel conflicto—, Tristany ordenó fusilar a los 250 soldados liberales supervivientes de la batalla que se habían rendido (una milicia de voluntarios reclutada en Málaga). Aquel convenio demostró ser totalmente inútil. Desde su firma, los liberales habían fusilado a 71 prisioneros de guerra carlistas en Belianes y habían saqueado y asesinado a la comunidad monástica de Ripoll. Y los carlistas masacrarían con artillería pesada una compañía de más de 100 voluntarios liberales de Reus refugiados en el interior de la iglesia de Vilallonga.