Tal día como hoy del año 801, hace 1.216 años, los ejércitos francos del emperador Carlomagno confirmaban la conquista de la ciudad y del territorio de Barcelona y los incorporaban, definitivamente, a los dominios carolingios. El territorio histórico de Barcelona —la antigua Barcino romana y visigótica— estaba formado por una franja paralela a la costa entre la desembocadura de la riera de Arenys, al norte, y la del río Llobregat, al sur, y entre la línea de costa, a levante, y la cumbre de la sierra de Collserola, a poniente. Reunía pequeñas poblaciones que habían tenido cierta importancia en los siglos anteriores, como la antigua Baetulo (Badalona) y la antigua Iluro (Mataró).
Barcelona —Barchinona, pronunciado Barquinona, en la documentación del año 801— era un pequeña ciudad situada en tierra de frontera —tierra de nadie— entre los imperios carolingio y andalusí, y estaba gobernada por las elites locales aliadas del poder franco. Emplazada sobre una colina que alcanzaba su máxima altitud en el lugar que ocupa actualmente la plaza de Sant Jaume, estaba recluida por la muralla de origen romano que dibujaba un perímetro rectangular cuyos extremos se hallaban situados en las actuales avenida de la Catedral, al norte, la plaza del Regomir, al sur, la plaza de Berenguer el Gran, a levante, y la actual calle de Avinyó, a poniente. Y su puerto mantenía una actividad relativamente importante.
La administración carolingia convirtió Barcelona en capital condal de un territorio que abarcaba las comarcas actuales del Barcelonès y el Vallès, y la mitad meridional de los actuales Baix Llobregat y Maresme. Carlomagno nombró a Bera primer conde dependiente de Barcelona. Bera era hijo del conde Guillermo de Tolosa, primo del emperador Carlomagno, y de Cunegunda, de origen visigodo. Carlomagno también nombró a Bera marqués de Gotia, el territorio formado por los condados carolingios situados entre los deltas del Ródano y del Llobregat. De esta manera, Barcelona se convertía en la capital política de unos territorios que serían la matriz de lo que, tres siglos más tarde, sería denominado Catalunya y Languedoc.