Tal día como hoy del año 1706, hace 302 años, en el contexto de la Guerra de Sucesión hispánica (1705-1715), la Generalitat de Catalunya daba curso a las órdenes que León de Uhlefeld, general de las tropas imperiales y virrey de Catalunya, había enviado en nombre de Carlos de Habsburgo. El dietario de la Generalitat consignaba que el diputado del brazo militar Josep de Peguera i Cortit y el oyente real Josep Metge i Real habían partido de Barcelona a primera hora de la mañana hacia las veguerías del oeste y del norte para colaborar con las autoridades territoriales y municipales en la restauración y movilización del Ejército de Catalunya.
La carta de Uhlefeld decía que los somatenes rurales —las históricas huestes de los barones feudales— quedaban transformados en un ejército regular que estaría formado por regimientos de un mínimo de mil efectivos cada uno. También decía que cada uno de estos regimientos sería comandado por un coronel, asistido por varios tenientes coroneles y sargentos mayores —en función de los efectivos— y que estos oficiales "serán nombrados por su magestad o su capitán general de la misma nación catalana [presidente de la Generalitat]". En cambio, las ciudades que tenían una fuerza armada propia quedaban exentas de esta orden; de este modo, las milicias urbanas continuarían bajo las órdenes directas de los consistorios municipales.
El precedente, de existencia efímera, databa de la Guerra de los Segadores (1640-1652). En aquel conflicto, los ejércitos de Catalunya y de la monarquía francesa habían combatido contra los de la monarquía hispánica. En el proceso de restauración la novedad residía en el sistema de leva: Uhlefeld insistía en que "la gente que alistaren cuiden ser libre y sin obligaciones de família [...] para que sea más assegurado el servicio". Y, también, que no podían ser conducidos a frentes de guerra en el exterior sin la autorización de la Generalitat: "Los regimientos se formaran en lugar de sometenes no deven salir del principado ni sus condados".