Tal día como hoy del año 1803, hace 221 años, los representantes de los gobiernos de la República francesa (dirigido por un triunvirato formado por Napoleón Bonaparte, Jean Régis de Cambacérès y Charles François Lebrun); y de los Estados Unidos (lideratos por el presidente Thomas Jefferson); protocolizaban la venta y hacían efectivo el traspaso de dominio de la colonia francesa de Luisiana, que a partir de aquel momento pasaba a ser un territorio bajo administración norteamericana (no se convertiría en un Estado de la Unión hasta 1812). Aquel acto se llevó a cabo en el llamado Cabildo, un edificio construido a mediados del siglo XVIII que había sido la residencia de los gobernadores coloniales franceses (1699-1766 y 1802-1803) y españoles (1766-1802).

En aquel momento, Nueva Orleans era una ciudad de 10.000 habitantes (La Habana o Barcelona tenían más de 100.000) con una pequeña pero dinámica colonia de catalanes o descendientes de catalanes que se habían establecido durante el mandato de Esteve Rodríguez-Miró y Sabater (Reus, 1744 – Bergara, 1795), segundo gobernador español de la colonia (1785-1791). Miró, durante su gobernación, había promovido el establecimiento de 200 familias originarias de Reus y de su comarca; que se asentaron y "van plantar botiga" en las calles principales de aquella pequeña capital colonial (los actuales Chartres Street, Royal Street, y Bourbon Street; situados en el llamado Vieux Quartier).

El caso más paradigmático de aquella colonización lo protagonizaría un comercio de zapatería, creado durante la época Miró por los comerciantes Font y Juncadella, de Reus. Con el efímero cambio de administración (española hacia francesa) de 1802-1803; ni Font ni Juncadella ni el resto de colonia catalana abandonaron sus negocios. Y con el cambio de administración francesa a norteamericana, también continuaron al frente de sus comercios. Pasados dieciséis años (1820) Font había muerto y Juncadella traspasaría el negocio a unos sobrinos de Reus, los hermanos Aleix, que con el barcelonés Gaietà Ferrer (en aquel momento, el barman más famoso de La Habana) lo convertirían en el Old Absinthe House, una de las cunas del jazz; y, actualmente, un espacio histórico.