Tal día como hoy del año 1461, hace 564 años, en Lleida, el Consell del Principat (una institución creada por la Generalitat para hacer las funciones de Cortes permanentes), armaba un ejército para forzar al rey Juan II a liberar a su hijo primogénito, Carlos de Viana. El conflicto entre padre e hijo se arrastraba desde la muerte de la persona que los unía, Blanca de Navarra, reina titular de Navarra, y esposa de Juan y madre de Carlos (1441). Cuando la reina Blanca murió, su viudo todavía no era rey de la corona catalanoaragonesa. No lo sería hasta 1458, a la muerte sin descendencia legítima de su hermano mayor, Alfonso el Magnánimo. Y en el testamento de Blanca (1441) se estipulaba que el trono de Pamplona pasaba directamente a su primogénito Carlos, y ello implicaba que Juan perdía su condición de rey consorte y veía liquidado su propósito de ser rey titular.

Juan nunca aceptó el testamento de Blanca y provocó una guerra civil en Navarra (1451-1464), que había enfrentado a los grandes ganaderos de las montañas (llamados beamonteses y partidarios de Carlos) contra los terratenientes agrarios del llano (llamados agramonteses y favorables a Juan). Este conflicto se había intensificado a partir del momento en el que el viudo Juan —que no había renunciado a ocupar en solitario el trono de Pamplona— se había casado de nuevo, con Juana Enríquez (1444), y había engendrado a Fernando, el futuro Católico (1452). Y se había trasladado a Catalunya a partir del momento de la muerte de Alfonso el Magnánimo y la coronación de Juan (1458). Al marcharse de Pamplona, había prescindido de la voluntad de su difunta esposa y había dejado el trono en manos de su hija Blanca (hermana pequeña de Carlos).

A mediados de 1460, Carlos y la aristocracia feudal catalana —que estaba enfrentada al rey— realizaron un acercamiento mutuo, y Juan, al sentirse amenazado, ordenó el encarcelamiento de su primogénito (noviembre, 1460). La Generalitat, por aquel entonces gobernada por las clases terratenientes feudales y por las oligarquías rentistas urbanas, creó el Consell del Principat, que desafiaría a la corona y obligaría al rey a liberar y proclamar heredero a su hijo Carlos. Poco después (25 de febrero), el rey aceptaba las condiciones impuestas por el Consell del Principat, y Carlos era excarcelado y pasaba a residir en el Palau Reial de Barcelona. Pocos meses después (septiembre, 1461), Carlos, el nuevo aliado de las clases terratenientes feudales, moría —muy probablemente envenenado— y estallaba la Guerra Civil catalana (noviembre, 1462).