Tal día como hoy del año 1939, hace 80 años, en el contexto de los meses inmediatamente posteriores a la ocupación franquista de Catalunya y a la conclusión de la Guerra Civil española (1936-1939), el ministro de Asuntos Exteriores de la República francesa, Georges Bonnet, hacía pública la cifra de 500.000 refugiados republicanos (la mitad catalanes) que, entre enero y febrero de 1939, habían atravesado la frontera. Bonnet hizo público, también, que unos 240.000 ya habían salido de territorio francés en dirección a los países de acogimiento: la Unión Soviética, Gran Bretaña, México, Argentina, Chile, Uruguay, Venezuela y Cuba.
El resto, según Bonnet, continuaba en territorio francés, recluido dentro de los campos de concentración que había habilitado el gobierno Daladier. También, según Bonnet, la salida de este contingente era más lenta, por qué los gobiernos de los países de acogimiento revisaban individualmente los expedientes de exilio. En aquella declaración pública, Bonnet argumentó que de los 260.000 refugiados que continuaban en territorio francés, había 180.944 milicianos que tenían muchos problemas para hacer prosperar sus expedientes de exilio y que, incluso, la Unión Soviética había denegado algunas peticiones de entrada.
La respuesta francesa al exilio republicano (las condiciones infrahumanas en que fueron concentrados los refugiados), ha generado un intenso debate durante décadas que se explica por la escasa altura política de los gobernantes franceses en aquel contexto histórico. Tanto el presidente de la República, Albert Lebrun, como el primer ministro, Edouard Daladier, estaban más preocupados por no tener un conflicto diplomático con los regímenes de Hitler, Mussolini y Franco, que al dar una respuesta (a la altura de la historia y del prestigio de Francia) a aquella brutal crisis humanitaria.
Precisamente, aquel mismo día, llegaba a Barcelona en visita oficial el mariscal Petain, que un año más tarde (1940) se convertiría en el jefe de estado del gobierno pronazi de Vichy. Petain llegó a Barcelona para negociar con las autoridades franquistas de Catalunya la "devolución" de los milicianos que el régimen franquista consideraba más peligrosos. El estallido de la Segunda Guerra Mundial (septiembre de 1939), la invasión alemana de Francia (junio de 1940) y la incorporación de muchos de estos milicianos a la resistencia comunista francesa lo impediría.
Los gobiernos de la República francesa no han hecho nunca publicas las cifras de muertes —a causa del hambre, el frío y las enfermedades— en los campos donde habían concentrado a los centenares de miles de refugiados republicanos. Pero algunas investigaciones historiográficas cifran las muertes en decenas de miles. Y si bien los combatientes republicanos que colaboraron a expulsar a los nazis de Francia fueron reconocidos (el primer tanque que entró en París —mayo de 1945— llevaba una bandera de Catalunya), nunca ningún gobierno de la República francesa ha pedido perdón por el trato infrahumano que recibieron los refugiados republicanos.