Tal día como hoy del año 1553, hace 471 años, en Londres, los estamentos del poder ingleses coronaban a Juana Grey como sucesora del rey Eduardo VI, el único hijo varón de Enrique VIII, que había muerto prematuramente y sin descendencia. Juana Grey era hija de Frances Brandon, la segunda hija de María Tudor, hermana del rey Enrique VIII. La abuela materna de Juana había sido la hermana preferida de Enrique VIII. Así pues, Juana era sobrina-nieta del rey Enrique VIII y sobrina-prima del rey Eduardo VI, y era la apuesta de las potentes clases mercantiles anglicanas de Londres y de Bristol para impedir la coronación de la católica María, la hija del difunto Enrique VIII y de Catalina de Aragón.

La Inglaterra de la época vivía inmersa en un convulso panorama social y político, marcado por las diferencias entre las emergentes clases mercantiles urbanas (que habían impulsado los Tudor en el trono), de confesión anglicana, y la nobleza terrateniente y militar (partidaria de las anteriores estirpes reales Lancaster y York), de confesión católica. En este contexto, durante el siglo XVI, se producirían una serie de movimientos pendulares que provocarían una oscilación en la sucesión de monarcas: Enrique VIII y Eduardo VI eran anglicanos, Juana Grey, también, pero María I, llamada Bloody Mary (la sanguinaria María) era una católica convencida.

Juana fue avalada e impulsada por su marido Guilford Dudley y su padre Henry Grey, miembros del Consejo Privado del reino. Pero la actitud de Dudley y Grey después de la coronación revelaría que pretendían gobernar en solitario, sin el partido anglicano que les había dado apoyo. Al día siguiente mismo de la coronación, el partido anglicano se desentendió de la reina Juana y le retiró el indispensable apoyo que le había prestado. El partido católico contraatacó y consiguió cambiar la opinión del Consejo Privado del reino. Pasados nueve días de la coronación (19 de julio de 1553), Juana era detenida, destronada y recluida en la Torre de Londres. El mismo día María I era coronada y ordenaba la ejecución de Juana, que sería decapitada el 12 de febrero de 1554. Tenía 17 años.

El mismo día fue ejecutado su marido Guilford Dudley, que había sido rey-consorte durante nueve días. En cambio, el padre de Juana, Henry, maniobró astutamente y obtuvo el perdón de la nueva reina María I. Posteriormente, Henry Grey, que se había ganado la confianza de la reina y había recuperado su condición de miembro del Consejo Privado del reino, participaría en una conspiración para derrocar a María I. Pero fue descubierto, detenido y finalmente ejecutado el 23 de febrero de 1554, siete meses y medio después de su hija Juana.