Tal día como hoy del año 1805, hace 219 años, delante de las costas del cabo Trafalgar (30 millas al noroeste del estrecho de Gibraltar); se libraba una batalla naval, que sería llamada de Trafalgar, y que enfrentó las marinas española y francesa, por una parte; y la británica por la otra. Según la documentación de la época, la marina española se presentó a la batalla con un grupo de quince barcos viejos y cutres —que habían sido mínimamente reparados con los recursos personales de los oficiales— y con unas tripulaciones de leva forzosa o de reclusos excarcelados que no tenían ninguna experiencia en la navegación. Aquella batalla se saldó con una incontestable victoria británica, y con la derrota de las marinas española y francesa.
Los españoles perdieron la mitad de las naves y de las tripulaciones. De hecho, después de la batalla de Trafalgar, la dotación de la marina de guerra española quedó bajo mínimos; y las potencias internacionales lo aprovecharon para hostilizar las grandes plazas coloniales de la América hispánica. Los dos años siguientes (1806 y 1807), los británicos intentaron la conquista de la colonia de Río de la Plata (actuales Argentina y Uruguay): y si no lo consiguieron fue por la decidida actuación de las milicias civiles, como la de los Miquelets de Catalunya. Poco después se produciría la proclamación de la independencia de Río de la Plata (1810), que sería la primera de una larga lista de independencias de los territorios coloniales españoles convertidos en repúblicas independientes.
La tradición oral dice que, desde la derrota de Trafalgar, los pantalones del vestido de gala de los marineros españoles no tienen bragueta, sino una tapa que se abrocha por los lados. Según esta misma tradición, este curioso elemento de la indumentaria marinera sería un castigo que se impuso a los marineros por su conducta poco valiente en aquella batalla. Los marineros españoles estarían condenados a orinar como las mujeres porque no habían sido capaces de luchar como los hombres. Sin embargo, no hay ninguna fuente oficial que confirme esta versión, aunque está muy extendida e, históricamente, ha sido por lo común aceptada entre el personal de la marina de guerra española.