Tal día como hoy del año 1562, hace 459 años, una flota formada por tres galeones atacaba por sorpresa, saqueaba y destruía totalmente la villa de Salou, en aquel momento un pequeño pueblo de pescadores de un centenar de habitantes. Otras fuentes sitúan este ataque la festividad de Corpus Christi del mismo año. Sea como sea, todas las fuentes coinciden en que, después de aquel ataque, Salou quedó totalmente despoblado: los vecinos que sobrevivieron al ataque fueron sometidos a cautividad por los corsarios, y, posteriormente, fueron vendidos a los grandes mercados de esclavos del norte de África.
Según las mismas fuentes, aquel no era el primer ataque que sufría Salou. Desde 1406, están documentados un mínimo de once ataques; algunos con efectos devastadores. Los más graves se habían producido en 1406 (con la destrucción del pueblo de Barenys y el secuestro de más de cien vecinos); y el de 1522 (con el incendio de los cultivos y la destrucción del pueblo de Vila-seca, y el asesinato de un mínimo de 27 vecinos). Posteriormente al ataque de 1562, están documentados un mínimo de tres ataques más. El más grave sería el de 1591, con la pérdida de quince barcos mercantes anclados en el puerto de Salou.
Durante aquella larga etapa de inseguridad (siglos XV, XVI y XVII), el desarrollo de los pueblos de las costas catalana, valenciana y balear que no tenían un aparato defensivo (torres y murallas) quedaría frenado. Incluso, se forjarían leyendas y mitos en torno al fenómeno corsario. Una de estas es la de la heredera del Mas Grasset, en Vila-seca, que a principios del siglo XVII fue secuestrada por los corsarios el día de su boda. Según la tradición, la novia Grasset habría acabado en un harén del Mediterráneo oriental y su familia no habría tenido nunca más noticias.