Tal día como hoy del año 1819, hace 198 años, el reino de España se vendía la colonia de Florida a los Estados Unidos de América -con todos sus súbditos y esclavos; y con todas sus ciudades, fortalezas y plantaciones. Estas prácticas, en aquella época, eran habituales. 15 años y pico antes, los norteamericanos habían adquirido Louisiana al reino de Francia y en 1819, con la compra de Florida, casi completaban el mapa actual de Estados Unidos. Con aquella operación se incluyó un contingente de unos 2.000 descendientes de menorquines que habían llegado a América en 1768 -50 años y pico antes- y que, según las fuentes documentales, conservaban la lengua y los apellidos catalanes.
Los menorquines de Florida estaban concentrados en la ciudad de Saint-Augustin. Se dedicaban a la agricultura, a la ganadería y, en menor medida, al comercio. Pero su historia no tenía ninguna relación con la dominación hispánica de la colonia. El año 1768, cuando llegaron a América, la isla de Menorca hacía más de 60 años que era británica. El primer Borbón español la había cedido a cambio de que Londres abandonara a los catalanes en el conflicto de Sucesión hispánico (1705-1715). Un caso similar a Gibraltar. Los colonos menorquines llegaron con una empresa colonial británica. Y fueron establecidos, inicialmente, en el sur de la colonia británica de Georgia, cerca del límite con la Florida hispánica.
El año 1777, en plena guerra de independencia americana, abandonaron su establecimiento inicial y se emplazaron en la fortaleza británica de Saint-Augustin. El gobernador de la plaza les asignó unos terrenos situados en el norte de la ciudad y allí refundaron la colonia. Acabada la guerra, los británicos cedieron Saint-Augustin a los hispánicos -entonces aliados de los independentistas americanos- y los menorquines de Florida pasaron a ser súbditos del rey español. Hasta 1819, que pasaban definitivamente a convertirse en ciudadanos de Estados Unidos. Pasados dos siglos la lengua catalana ha desaparecido, pero los menorquines de Saint-Augustin-Florida conservan una fuerte conciencia grupal, fundamentada en una identidad de origen.