Tal día como hoy, hace 82 años, Catalunya es sublevó contra el Estado español. El escenario político era muy complejo. Y convulso. La República hacía tres años que había sido proclamada. Y el gobierno central había estado -los meses precedentes- en manos de una coalición de centro derecha donde la CEDA -paradójicamente antirrepublicana- tenía un peso decisivo. La Generalitat, que había sido restaurada anticipándose a la proclamación de la República -detalle de gran importancia- estaba gobernada por Esquerra Republicana, entonces un conjunto de partidos catalanistas de centro-izquierda, con el peso repartido entre los polos Companys, Lluhí y Dencàs (confederalismo, federalismo e independentismo).
El Govern catalán había promulgado varias leyes progresistas de perfil muy social que chocaban con los intereses de las oligarquías nacionales (representadas por la Lliga de Cambó). La piedra de toque había sido la ley de Contratos de Cultivo, que protegía a los campesinos arrendatarios hasta entonces sujetos a una legislación feudal. El Gobierno español -inmerso en una operación de recentralización- había tomado la estrategia de judicializar el conflicto político con la Generalitat con el propósito de liquidar el autogobierno de Catalunya. Previamente habían impulsado una campaña de boicot a los productos catalanes.
El 1 de octubre la parte más moderada del Gobierno español pactó con la Generalitat la aplicación de la ley. Un hecho que provocó la caída de aquel ejecutivo. El nuevo gobierno -dirigido por la facción españolista más radical- la derogó. Y el Parlament de Catalunya respondió votando y promulgando la ley pactada con Madrid. El sábado 6 de octubre -el día siguiente de la huelga de protesta convocada por catalanistas y obreristas- el president Companys hizo una declaración pública de voluntades. La recuperación del espíritu del 14 de abril de 1931; día de la proclamación de la República catalana dentro de la República federal española.