Tal día como hoy del año 1708, hace 310 años, en el contexto de la Guerra de Sucesión hispánica (1705-1715), el ejército borbónico francocastellano, comandado por Felipe de Orleans (primo del primer Borbón hispánico) y por James Fitz-James Stuart, duque de Berwick, forzaba la capitulación de la ciudad de Tortosa después de un asedio de 30 días. El ejército borbónico estaba formado por 40.000 efectivos procedentes de las coronas de Castilla y de Francia, y la resistencia austriacista estaba integrada por 5.000 hombres reunidos por la Coronela de Tortosa, comandada por el procurador jefe de la ciudad —el equivalente a alcalde—, Ignasi Minguella, el ejército de la Generalitat, comandado por el teniente coronel Francesc Montagut, y un regimiento de tropas inglesas bajo el mando del general Jones.
La Coronela de Tortosa era la milicia urbana que se armaba en situaciones de amenaza y agresión. La ciudad de Tortosa tenía este privilegio —como Barcelona, Lleida, Tarragona, Girona, Perpinyà y Manresa— al amparo de las Constituciones de Catalunya de 1585. En el asedio de 1708, el procurador jefe, Ignasi Minguella, armó 15 batallones agrupados en cofradías gremiales y en parroquias vecinales, las distribuyó en la defensa de los 15 lienzos de muralla (denominados trastes de la muralla de Tortosa) y las distinguió con el estandarte tradicional propio de cada gremio o de cada barrio. Durante los treinta días que duró el asedio, resistieron sin perder ninguna posición; sería finalmente la falta de agua y de alimentos la causa de su capitulación.
La artillería borbónica bombardeó indiscriminadamente tanto las defensas militares, como las viviendas civiles. El arrabal de Remolins, situado al norte de la trama urbana histórica, quedaría completamente arrasado. Tortosa, con 5.000 habitantes, era, junto a Zaragoza, el puerto fluvial más importante del Ebro y la ciudad más poblada del sur de Catalunya (y una de las diez más pobladas del país). En aquel episodio perdió el 10% de sus vecinos, buena parte del parque inmobiliario y la práctica totalidad de su tejido productivo. Una semana después de la capitulación, las tropas ocupantes tomaron posesión de la plaza y desataron una brutal represión, que entre ejecutados, encarcelados y exiliados sumaría tantas víctimas como las que había provocado el asedio.