Tal día como hoy del año 1976, hace 46 años, las últimas unidades militares españolas abandonaban el territorio del Sáhara Occidental, que había sido una colonia del estado español durante 90 años (desde 1885). Acto seguido al abandono de la colonia, el ejército marroquí avanzó posiciones desde el norte, ocupó el territorio y lo incorporó a los dominios de la monarquía alauí. Aquella huida fue duramente criticada en el concierto internacional, porque en virtud de la la resolución 1514 del Comité de Descolonización de las Naciones Unidas (1945), que España había ratificado en 1955, en su condición de metrópoli colonial estaba obligada a facilitar la constitución de un estado saharaui independiente.
Rápidamente trascendió que los gobiernos español y marroquí habían firmado unos acuerdos secretos (1975) que violaban la resolución de Naciones Unidas. Seguidamente, el estado marroquí impulsó la Marcha Verde (una ocupación ilegítima del Sáhara con una masa de 300.000 civiles). En contrapartida, el estado español obtuvo importantes compensaciones para empresas privadas en materia de pesca ante la costa marroquí (que beneficiaban, especialmente, las grandes pesqueras españolas) y de explotación de fosfatos en el Sáhara (a favor de compañías mineras españolas); y que, muy probablemente, no habrían obtenido nunca si se hubiera cumplido la resolución de la ONU y el Sáhara hubiera accedido a la independencia.
La ocupación española del Sáhara se había iniciado a finales del siglo XIX, después de la Conferencia de Berlín (1885) que troceó el continente africano para las potencias colonizadoras europeas. Durante décadas, la administración española se limitó a mantener el control militar sobre la franja costera y a establecer cuarteles militares y centros de reclusión penal. El de Villa Cisneros fue utilizado por todos los regímenes españoles y fue uno de los más funestos de la historia penitenciaria española del siglo XX: allí fueron recluidos los carlistas que habían participado en el golpe de estado fallido contra la II República (1932) y los anarquistas canarios capturados por el ejército franquista al inicio de la Guerra Civil (1936).