Tal día como hoy del año 1898, hace 126 años, en París; se firmaba un Tratado de Paz entre España y los Estados Unidos, que ponía fin a la guerra hispanoamericana (1898), que se había librado sobre las últimas colonias españolas en ultramar (Cuba y Puerto Rico, en el continente americano; Carolinas, Marianas, Palau y Guam, en el océano Pacífico; y Filipinas en el Extremo Oriente). La delegación española estaría formada por los políticos del Partido Liberal (que ostentaba el poder desde antes de la guerra) Eugenio Montero Ríos, Buenaventura Abárzuza Ferrer, José de Garnica Díaz, Wenceslao Ramírez de Villaurrutia y Rafael Cerero Sáenz. Y la delegación norteamericana estaba formada por los políticos del Partido Republicano (que ostentaba el poder desde antes de la guerra) William Day, William Frye, Cushman Kellogg, George Gray y Whitelaw Reid.
En aquel tratado se pactó que España entregaría Cuba, Puerto Rico, Guam y Filipinas a los Estados Unidos que tomaban posesión de estas islas y se comprometían a tutelar sus respectivos procesos independentistas. Por la cesión de Puerto Rico, Guam y Filipinas los españoles recibieron una compensación de 20 millones de dólares norteamericanos. Pero, en cambio, por la cesión de Cuba tuvieron que pagar una compensación de guerra de 40 millones de dólares norteamericanos. En aquel tratado, los españoles consiguieron retener las Carolinas, las Marianas y Palau; y poco después las vendieron a Alemania por 25 millones de marcos alemanes. Entre el Tratado de París (10 de diciembre de 1898) y la venta de las islas del Pacífico a los alemanes (12 de febrero de 1899); los españoles perdieron sus últimas colonias de ultramar.
Las consecuencias inmediatas de aquella derrota militar y diplomática fueron la intensificación de una gran crisis económica que ya había estallado al inicio de la guerra (1895) y que impulsó una gran crisis social (protestas de las clases trabajadoras por la inflación desbocada de precios; protestas de las clases empresariales por el incremento brutal de la presión tributaria; y la caída en un estado de apatía —casi de depresión— de la intelectualidad castellana identificada con el nacionalismo español de fábrica liberal). En Catalunya, solo unos meses más tarde (octubre, 1899) se produjo el Cierre de Cajas, una rebelión contra el espolio fiscal al que estaba sometido el país y que, por primera vez desde 1714, reunió a la totalidad de la sociedad catalana (patrones y trabajadores) en torno a la idea de la restauración del autogobierno.