Tal día como hoy del año 1899, hace 125 años, en Barcelona; se convocaba una gran manifestación en protesta por el desmesurado incremento de la presión fiscal sobre el aparato productivo catalán. Aquella manifestación, que reuniría a cien mil personas en el Salón de Sant Joan (actual paseo Lluís Companys), fue convocada —conjuntamente— por la Lliga de Defensa Industrial y Comercial de Catalunya (una organización de fabricantes y tenderos) y por los sindicatos obreros, que se vieron interpelados por la amenaza en el tejido económico catalán y la pérdida de puestos de trabajo que se podía derivar de ello. En del transcurso de aquella concentración, se corearon mensajes a favor del derecho del trabajo y en contra de los agravios fiscales a Catalunya; y los historiadores consideran que es la primera gran manifestación de la historia del catalanismo moderno.
El origen de aquella crisis venía de la derrota militar del ejército español en Cuba, Puerto Rico y Filipinas; y la pérdida de las tres últimas colonias de ultramar. El Estado español no solo había perdido tres fuentes importantes de exacción tributaria, sino que, además, en el tratado de paz con los norteamericanos (que eran los nuevos dominadores de aquellos territorios), los negociadores españoles habían aceptado el pago de una indemnización de 400 millones de dólares. En aquel contexto de crisis profunda, el ministro de Hacienda, Raimundo Fernández Villaverde, había optado por incrementar, secretamente, el tipo impositivo al sector productivo catalán. El escándalo saltó cuando la prensa publicó que los fabricantes y tenderos catalanes estaban sometidos a tipos impositivos muy superiores a sus homólogos madrileños o andaluces.
Los fabricantes y tenderos catalanes proclamaron una rebelión fiscal (la negativa a liquidar impuestos alegando el cierre temporal de la actividad del negocio) que fue llamado Cierre de Cajas. Y la reacción del Gobierno fue proclamar el estado de excepción en Catalunya, embargar el patrimonio a todos los industriales que habían secundado aquella iniciativa y encarcelar a los líderes de aquella protesta. El alcalde de Barcelona y líder más visible de aquel movimiento, Bartomeu Robert, fue injuriado, humillado, amenazado y forzado a dimitir. Y los ministros del Gobierno Duran i Bas y Garcia de Polavieja; partidarios de encontrar una solución pactada con la protesta catalana, fueron fulminantemente cesados por el presidente Francisco Silvela, del Partido Conservador. Un año y medio más tarde (25 de abril de 1901) el Dr. Robert fundaba la Liga Regionalista, el primer partido catalanista que tendría responsabilidades de gobierno.