Tal día como hoy del año 1527, hace 498 años, una expedición privada catalana formada por cuatro barcos fundaban el asentamiento de Fort Sant Salvador, el primer establecimiento europeo en la actual Argentina. Aquella expedición estaba formada por un convoy de cuatro naves: la Sant Gabriel, propiedad del armador Miquel Rifós; la Santa Caterina, propiedad del armador Perot Forcadell; la Trinitat, propiedad del armador Felip Ribes, todos de Barcelona, y la Santa María del Espinar, propiedad del armador Antón de Grajeda, de Sanlúcar de Barrameda, pero muy relacionado con los armadores catalanes establecidos en Sevilla y Cádiz. Los pilotos de aquellas naves eran Gabriel Rifós, de la Sant Gabriel; Antoni Pons, de la Santa Caterina, y los hermanos Lluís y Joan Ramires, de la Trinitat y de la Santa María, respectivamente.

Aquella expedición, de capital privado, había salido de Sanlúcar de Barrameda (Andalucía) el 3 de abril de 1526 con el objetivo de llegar a las islas Molucas (uno de los grandes productores de especias) a través del extremo sur del continente americano. Pero al llegar al estuario del Río de la Plata —una zona inexplorada por los europeos—, Sebastià Cabot —el jefe de la expedición— confundió la desembocadura del Río de la Plata con el extremo sur del continente y se adentraron en él. Poco después, se dieron cuenta del error, pero las expectativas de extracción de recursos que estimó Cabot y su expedición eran tan grandes que decidieron modificar el trayecto de la expedición. El 24 de enero de 1527, desembarcaban cerca de la actual ciudad de Buenos Aires y fundaban el primer establecimiento europeo en la futura Argentina: el asentamiento de Sant Salvador.

Después vendría una navegación de exploración surcando las aguas del río Paraná que duraría varias semanas, hasta que el convoy catalán de Cabot fondeó en el sistema de lagos fluviales de Santa Fe, a 150 millas de la desembocadura. Y el 8 de mayo de 1527, fundarían Sant Llàtzer, el segundo establecimiento europeo en la actual Argentina. El propósito de Cabot y de sus armadores catalanes era dejar dos grupos de tres o cuatro docenas de hombres en cada asentamiento, y retornar a la Península en busca de medios y recursos para consolidar la empresa colonizadora. Pero la hostilidad de los indígenas y la imposibilidad de avituallar la colonia en un segundo viaje condenarían al fracaso aquel proyecto. Los europeos no regresarían ahí hasta que en 1536, los castellanoleoneses intentaron, también sin éxito, crear una colonia en la desembocadura.