Tal día como hoy del año 1705, hace 320 años, el Dietari de la Generalitat consignaba la recepción de la copia de una misiva oficial firmada por el rey Felipe V (el primer Borbón hispánico) y fechada el 31 de enero anterior, en la que el monarca ordenaba a Francisco de Velasco (su virrey en Catalunya) la desinsaculación (la retirada de la candidatura para ocupar cargos públicos) de una serie de personas que la cancillería borbónica de Madrid consideraba sospechosas de formar parte de la oposición clandestina austracista en Catalunya. El partido austracista catalán era ampliamente mayoritario entre la sociedad catalana del momento, pero había sido proscrito y era perseguido por el régimen borbónico.
Los reyes no habían tenido nunca esta facultad (la insaculación y la desinsaculación de personas que optaban a cargos) hasta después de la ocupación hispánica del país, en las postrimerías de la Guerra de Separación de Catalunya (1652). En ese momento, el rey hispánico Felipe IV (el penúltimo Habsburgo en el trono de Madrid) había decidido conservar el sistema institucional catalán, pero se había reservado la facultad de fiscalizar la insaculación y la desinsaculación de candidatos a cargos en la Generalitat (el gobierno del país) y el Consell de Cent (el gobierno municipal de Barcelona), con el clarísimo propósito de monitorear la política catalana e impedir el acceso al poder de los opositores al régimen hispánico.
En aquella misiva, Felipe V decía: “Por justos motivos y usando de la absoluta facultad que me aciste de incicular y desencicular de las bolsas de los oficios de la casa de la Diputación de esse Principado y de la de essa ciudad de Barcelona a las personas que fuere servido, he resuelto que a don Francisco Nicolau de Santjoan, a don Joseph de Oliver, a don Felipe Ferran y de Çacirera, a don Joseph de Terré y de Granollachs, a Joseph Bru y de Beñuls, a Joan Linás, a Joseph Boria y Gualba y al doctor misser Joan Baptista Reverter se les desensicule de todos los oficios en que estuvieren inseculados, assí en las bolsas de la casa de la ciudad como en la de la Diputación, y que se les prive también de los que actualmente tuviere”.
Pocos meses después, se produciría el desembarque de la alianza internacional austracista en Catalunya (agosto, 1705), la huida del virrey Velasco y del resto del aparato de dominación borbónico en Catalunya (octubre, 1705) y el nombramiento de Carlos de Habsburgo como conde independiente de Barcelona (noviembre, 1705), que situaría a Catalunya en el conflicto sucesorio hispánico como un actor más. En las postrimerías de la guerra (1713), el gobierno del Principat (la Junta de Guerra), nombraría a uno de esos desinsaculados —Felip Ferran de Sacirera— embajador de Catalunya ante La Haya (capital de los Países Bajos, una de las potencias de la alianza internacional austracista).
Poco tiempo después, el 18 de septiembre de 1714 (cuando Barcelona ya había caído, pero Cardona todavía resistía), Felip Ferran de Sacirera entregó una carta al rey Jorge I de Inglaterra que decía: “Que sea unida Cataluña con toda España a la augustísima Casa de Austria; —en referencia al mantenimiento de un sistema foral— o que Cataluña, con los reinos de Aragón y de Valencia sean cedidos a S.M. Imperial y Católica o a una de las serenísimas Archiduquesas; y cuando eso no se pueda lograr, que Cataluña, con las islas de Mallorca y de Ibiza —Menorca había pasado a soberanía británica— sea erigida en República bajo la protección de V.M.", en referencia a Jorge I.