Tal día como hoy del año 1648, hace 376 años, en Münster (entonces principado independiente de Westfalia, que formaba parte del Sacro Imperio Romano Germánico), las potencias que habían combatido en la que, posteriormente, sería llamada Guerra de los Treinta Años (1618-1648), firmaban la paz y ponían fin a un conflicto que, por su alcance, muchos historiadores consideran la verdadera Primera Guerra Mundial. También aquel conflicto fue una "matrioska" bélica. En su interior, se libraron dos guerras de alcance más local, pero terriblemente sangrantes: la Guerra de los Ochenta Años (1568-1648) y la Guerra de Separación de Catalunya (1640-1652/1659), que enfrentaron, respectivamente, a los neerlandeses y los catalanes contra la monarquía hispánica.

En aquel conflicto, el continente europeo se había dividido en dos bloques. Por una parte, el bloque Habsburgo o hispánico, formado por la monarquía hispánica (excepto Catalunya, que se había independizado en 1640) y la mayoría de los principados independientes del Sacro Imperio Romano Germánico. Y por otra, una coalición de potencias emergentes, liderada por Francia, Inglaterra y los Países Bajos, y de la que formaba parte Catalunya, como aliada de la monarquía francesa. Aquella paz significó el principio del fin del liderazgo hispánico en el concierto internacional. Solo once años más tarde, con la Paz de los Pirineos (1659), la monarquía francesa relevaba a la hispánica en el liderazgo continental y mundial.

Durante aquella larga guerra, las partes en conflicto llegaron a movilizar a más de un millón de hombres. Aquel esfuerzo bélico estuvo a punto de provocar la caída del régimen borbónico francés, durante la rebelión popular de las Jacqueries (1643), liderada por Jan Petit, personaje que ha trascendido en la historia como protagonista de una canción infantil Aquella paz consagraba un nuevo equilibrio en Europa, que sería válido hasta el estallido de la Guerra de Sucesión hispánica (1701). Aquel nuevo escenario estaría marcado por el ascenso de la estirpe Borbón —que tras el conflicto de los Treinta Años, se convertía en la casa real más poderosa de Europa y del mundo— y el descenso de la estirpe Habsburgo —que, en 1701, sería sustituida en el trono de Madrid por sus principales rivales—.