Tal día como hoy del año 1302, hace 722 años, en Kortrijk (condado de Flandes), un ejército formado por 9.000 civiles, procedentes de los gremios menestrales de las ciudades de Flandes y de Zelanda, y comandados por Guillermo de Jülich y Pieter de Connick, derrotaban al ejército real francés, formado por 8.000 efectivos y dirigido por Roberto de Artois y Pierre Flotte, consejero jefe del rey Felipe IV de Francia. El ejército flamenco estaba reforzado por milicianos del condado de Namur, comandados por el conde Guido de Namur. La historiografía había considerado aquel hecho como una revuelta de los nobles flamencos contra la monarquía francesa, pero la investigación reciente ha demostrado que fue el punto culminante de una revolución social, de raíz popular, a la cual se sumaron los nobles.

Aquella batalla venía precedida de un largo conflicto. Flandes y Zelanda se habían convertido en los territorios más ricos del reino de Francia y, a base de subsidios a la corona, habían adquirido un nivel de autonomía política que rozaba la independencia. Pero con el ascenso al trono de Felipe IV de Francia (el mismo que, poco después, perseguiría, confiscaría y exterminaría a los templarios), aquel estatus se había roto. Felipe IV, endeudado hasta las cejas, impuso un nuevo pacto fiscal que causaría un gran malestar y que se saldaría con los Maitines de Brujas: el asesinato de centenares de soldados y oficiales franceses en Flandes que eran identificados cuando se les hacía recitar Schild en vriend (escudo y amigo) y tenían dificultades en la pronunciación.

La cancillería de París no podía tolerar aquella revuelta y envió lo mejor de su ejército. Pero el terreno donde se libró la batalla era desfavorable para la caballería francesa. El impetuoso Roberto de Artois —que quería el honor de la victoria— se lanzó con su caballería antes de que los pontoneros franceses completaran el acceso a la retaguardia flamenca. Y las milicias flamencas, bien armadas con ballestas y lanzas largas, los interceptaron en la zona pantanosa del campo de batalla. En Kortrijk murieron unos 2.000 caballeros y unos 4.000 peones franceses. Después de la batalla, las espuelas capturadas fueron colgadas en el templo de la Virgen de Kortrijk. Por este motivo, esta batalla sería, también llamada de las "espuelas de oro".