Tal día como hoy del año 1756, hace 269 años, en el contexto de la Guerra de los Siete Años (1756-1763), una escuadra de la armada francesa, comandada por Louis François Armand de Vignerot du Plessis —duque de Richelieu— desembarcaba en Menorca y conquistaba la isla. Medio siglo antes y durante la Guerra de Sucesión hispánica, Menorca había sido incorporada a la alianza internacional austracista (1707) y, posteriormente, el régimen borbónico español se la había cedido a Gran Bretaña a cambio de la paz (Tratado de Utrecht, 1713). Durante este medio siglo de administración británica, la economía y la cultura de la isla habían conocido una etapa de gran prosperidad.

En 1756 estalló la Guerra de los Siete Años, que enfrentaría, por una parte, a Gran Bretaña y las potencias atlánticas de modelo político parlamentario del norte de Europa y, por otra, a las potencias absolutistas del continente: Francia, España, Austria y Rusia. En dicho conflicto se dirimía el liderazgo mundial de Francia, condición que ostentaba desde la Paz de los Pirineos (1659), pero que Gran Bretaña —que ya reunía una extraordinaria capacidad bélica— le discutía y le acabaría arrebatando a principios del siglo XIX. Aquella guerra también sería el primer conflicto internacional que se libraría en campos de batalla del continente norteamericano.

La ocupación francesa de Menorca tuvo una duración efímera. En este punto es importante destacar que tras la conquista francesa de Menorca (1756), la cancillería de París nunca se planteó entregar Menorca a la corona española. Durante la etapa de dominación francesa (1756-1763), los militares galos edificarían el Fuerte de Sant Lluís, que quedaría como el único testimonio de ese corto periodo de dominación de siete años. Durante el conflicto, los franceses no pudieron contener a los británicos y acabaron cediendo todas sus posesiones en América del Norte, excepto el archipiélago de San Pedro y Miquelón, y también tuvieron que retornar Menorca a los británicos, que la conservarían hasta 1803.