Tal día como hoy, hace 79 años, la aviación franquista bombardeó Lleida. Eran las 15.40 horas y las bombas alcanzaron sus objetivos: el Liceu Escolar y el mercado de Sant Lluís. En aquel ataque murieron más de 300 personas. El grueso de la masacre, sin embargo, se produjo en el Liceu Escolar, donde –bajo el efecto de las bombas– murieron 48 niños y varios profesores que daban clase. "La carcajada de los niños debió quedar soterrada para siempre bajo los escombros [sic] y los ángeles de los niños también debieron caer muertos con las alas de plata hechas añicos" (Xandri, el titellaire, 1938).
Algunas fuentes afirman que el objetivo inicial era la fábrica electroquímica de Flix, pero que las condiciones meteorológicas obligaron a los atacantes a modificar los planes. Cierto es que el ataque sobre Lleida y los objetivos perseguidos dejan poco margen a otras intepretaciones. El Liceu Escolar era una institución educativa no confesional que aplicaba un modelo pedagógico innovador basado en los valores de la libertad, de la igualdad y de la cooperación. Fue fundada en 1906 por una pareja de maestros leridanos –Frederic Godàs y Victorina Vila– y seguía el modelo de la Escuela Moderna de Ferrer i Guàrdia.
Según los franquistas el Liceu Escolar era una fábrica de republicanos y catalanistas. "Rojos", en su argot. Si aceptamos la peregrina teoría meteorológica, se tiene que aceptar también que el mando militar franquista decidió modificar el objetivo de ataque: de una fábrica a otra fábrica. La práctica del exterminio convertida en cultura, que alcanza el punto culminante de perverso simbolismo cuando los franquistas ocupan la ciudad (1938) y los falangistas que los acompañaban fusilan las lápidas del cementirio rotuladas en catalán. También las de las víctimas de la masacre del Liceu Escolar.