Tal día como hoy del año 1640, hace 384 años, y en el contexto de la Guerra de Separación de Catalunya (1640-1652/59), el Dietari de la Generalitat consignaba una misiva oficial del Consell de Cent de Barcelona (el gobierno municipal), que confirmaba la orden de incautación de los bienes del difunto Enrique de Aragón-Cardona-Córdoba y Enríquez de Cabrera, que había sido el virrey hispánico en Catalunya pocos meses antes: desde el asesinato de su antecesor, Dalmau de Queralt, durante el Corpus de Sangre (7 de junio de 1640), hasta su misteriosa muerte (22 de julio de 1640) mientras investigaba los abusos de la soldadesca hispánica sobre la población civil de Perpinyà.

El patrimonio del difunto virrey, gestionado por su viuda —la aristócrata andaluza Catalina Fernández de Córdoba— era uno de los más importantes del país. Era el inmenso lote patrimonial del ducado de Cardona, que se extendía por la Catalunya central y occidental. Pero la postura del difunto durante la crisis (1635-1640) que precedió al estallido de la Revolución de los Segadores (1640) y la Guerra de Separación (1640) —totalmente contraria a la de las instituciones catalanas— y también la de su viuda —empeñada en desafiar a las autoridades catalanas— llevó al Consell de Cent a ordenar la incautación de todos sus bienes en la ciudad de Barcelona y en las villas que de ella dependían (las llamadas calles de Barcelona).

Los fondos obtenidos se destinaron a armar al ejército de Catalunya, que debía hacer frente a la invasión hispánica, comandada por el sanguinario Marqués de los Vélez. Aquellas tropas catalanas, con el apoyo de tropas francesas, lograría derrotar a los hispánicos en Montjuïc (26 de enero de 1641) y confirmar la independencia proclamada poco antes (17 de enero de 1641), que tendría una duración de doce años. Según las mismas fuentes catalanas, la duquesa-viuda de Cardona protestó enérgicamente, pero sus enfrentamientos con las autoridades catalanas solo servirían para que la Generalitat le retirara el título nobiliario y, pasado un tiempo, lo entregara a Philippe de La Mothe, representante de la cancillería de Versalles en Catalunya.