Tal día como hoy del año 1248, hace 776 años, el ejército castellanoleonés del rey Fernando III, llamado "el Santo" —y consuegro del rey catalanoaragonés Jaime I— entraban en Sevilla. Pero en la operación de asedio (que se había prolongado por espacio de dieciocho meses) y, sobre todo, de asalto a las murallas de la ciudad, que se produjo por los astilleros (donde actualmente está la Torre del Oro), tuvo un papel destacado la hueste de Alfonso de Aragón, hijo primogénito del rey Jaime I, formada por 250 caballeros de la pequeña nobleza feudal catalana que habían aceptado participar en aquella campaña militar por las expectativas de beneficios y honores que había generado el rey castellanoleonés.

Dichas expectativas se verían cumplidas al instante. Pero, además, transcurridos diecisiete años (1265), el nuevo rey Alfonso X de Castilla y de León, hijo del difunto Fernando III y yerno de Jaime I por su matrimonio con Violante de Aragón, entregaría a Alfonso de Aragón, su cuñado y jefe de la hueste catalana que había asaltado Sevilla (1248), la propiedad de la ciudad de Qwara (actualmente Coria del Róo, a diez kilómetros al sur de Sevilla). En la conquista de Coria (1265), los catalanes habían tenido, otra vez, un papel destacado, y las fuentes documentales revelan que su población musulmana fue sustituida por 150 familias catalanas (entre 700 y 800 personas).

Aquella repoblación catalana tuvo una importancia decisiva en la formación medieval y moderna de Coria. Tanto es así que el Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar (1850), obra de Pascual Madoz, y considerado el primer vademécum antropológico español de la historia, en el apartado referido a Coria de Río, cita aquel fenómeno repoblador catalán como un acontecimiento de extraordinaria importancia. No obstante, la documentación local de los siglos posteriores revela que aquellos pioneros catalanes se mestizaron con población castellanohablante del entorno y perdieron su lengua y su identidad de grupo.