Tal día como hoy del año 1573, hace 451 años, en Alkmaar (entonces Países Bajos hispánicos), en el transcurso del asedio a la ciudad, el ejército independentista neerlandés, integrado por 800 soldados profesionales y 1.300 civiles armados y liderado por el burgomaestre Jacob Cabalieu, derrotaba el ejército hispánico, formado por 16.000 tercios y comandado por el sanguinario Fadrique de Alba, hijo primogénito del duque de Alba, gobernador hispánico de los Países Bajos. El año anterior (1572), Fadrique de Alba había ordenado el saqueo y asesinato de miles de civiles en las ciudades de Malinas, Zutphen, Naarden, Mons y Haarlem, hechos que habían conducido al nacimiento del fenómeno denominado “furia española” para referirse a estos brutales acontecimientos.
Fadrique de Alba estaba decidido a escarmentar y masacrar a los independentistas neerlandeses, y se obsesionó por destruir Alkmaar, una ciudad con una escasa importancia estratégica. Finalmente, tras consumir ocho semanas asediando inútilmente la ciudad (los defensores habían implementado las técnicas más modernas), y ante la llegada del otoño, Alba tuvo que renunciar a su propósito. Según la investigación historiográfica, durante aquella operación militar los defensores neerlandeses tuvieron unas treinta bajas, y los hispánicos contabilizaron más de mil. El fracaso hispánico en Alkmaar tuvo importantes consecuencias. Desde entonces, un refrán neerlandés dice: “La victoria empieza en Alkmaar”.
Mientras Alba estaba obcecado en destruir Alkmaar (dejó para la historia la cita “Son de opinión que no quede en Alchmaar ánima nacida que no pase por el cuchillo”), en las provincias de Holanda y de Zelanda el grueso del ejército independentista se preparaba y se armaba sin que nadie lo molestara. Esta obsesión y las consecuencias estuvieron a punto de costarle la carrera. En el año siguiente (1574) fue citado en Madrid, y cuando parecía que iba a ser condenado por sus errores militares (nunca se consideraron las masacres que había ordenado), fue encarcelado por un asunto de faldas. La investigación historiográfica lo cataloga como un acoso y posible violación a Magdalena de Guzmán, una de las damas de compañía de la reina Margarita.
Fue excarcelado al año siguiente (1575). En 1576, por intercesión de su padre, recuperaba el cargo de capitán general de los ejércitos hispánicos en Flandes y dirigía la masacre de la ciudad de Amberes, que se saldaría con el asesinato de 20.000 civiles desarmados e indefensos.