Tal día como hoy del año 1837, hace 187 años; en la —entonces— colonia española de Cuba, se inauguraba la línea de ferrocarril que unía La Habana y Bejucal, primer tramo de un trazado que, en el futuro, tenía que seguir hasta Güines. Aquel primer recorrido tenía una longitud de 30 kilómetros y salvaba un desnivel de 300 metros (un ascenso importante para las locomotoras de la época). Aquel ferrocarril sería el primero de Cuba, del Estado español (con las colonias de ultramar que le quedaban) y de la América Latina. Hacía solo once años que se había inaugurado la primera vía férrea del continente americano: la Massachusetts-Nilton, en Estados Unidos (1826).
Aquella primera línea fue promovida, conjuntamente, por el capitán general de la isla, el catalán Francesc Dionís Vives i Planes; y por la Real Junta de Fomento de Cuba; y el objetivo era crear un elemento de comunicación rápida y segura entre La Habana, principal puerto de la isla, y el territorio situado al sur de la capital, donde estaban las grandes plantaciones de azúcar y de tabaco y que era considerado el más productivo de la colonia. Según las crónicas de la época, aquel primer tren salió de la desaparecida estación de Villanueva (en la actual avenida José Martín, donde actualmente está el Capitolio Nacional) y tardó un poco más de una hora en llegar a destino.
Cuando se inauguró aquella primera línea, el capitán general Vives i Planas ya no estaba en La Habana. Lo había relevado el capitán general Ricafort y después Tacón (Cartagena, 1775), que puso muchos obstáculos al proyecto, porque el trazado de la línea férrea pasaba por encima de una avenida que tenía que llevar su nombre. Por otra parte, entre los prohombres más destacados de la Real Junta —y que más influyeron en la realización de aquel proyecto— estaban los indianos catalanes Antoni Font, Josep Gené o Salvador Samà que, poco después, serían algunos de los fundadores de la Societat de Beneficència de Naturals de Catalunya (1840), la primera sociedad mutua de la historia americana.