Tal día como hoy del año 1702, hace 322 años, y en el contexto de la Guerra de Sucesión hispánica (1701-1715); un contingente del ejército inglés, comandado por el capitán James Moore, ocupaban la fortaleza hispánica de San Agustín, situada cerca del océano Atlántico, en el extremo nordeste de la colonia hispánica de Florida. A partir de aquel momento pasaría a llamarse Saint-Augustine, y quedaría bajo el control de los ingleses casi un siglo, hasta que en las postrimerías de la Guerra de la Independencia de los Estados Unidos (1775-1783) retornó, efímeramente, a dominio español (1783-1821); para pasar, definitivamente, a la administración de Washington por la venta de la colonia de Florida a los norteamericanos (1821).
El periodo de administración inglesa de Saint-Augustine (1702-1783) tiene una importancia primordial para la historia de la ciudad. Durante aquella etapa, el negociante escocés Andrew Turnbull adquirió un paraje yermo de unos 100.000 acres (unos 4.000 km/2) situado a 100 kilómetros al sur de Saint-Augustine, que se llamaría New Esmirna (1768) y que sería colonizado por un colectivo de 1.500 menorquines (en aquel momento, Menorca también formaba el imperio británico). El fracaso de aquel proyecto, a causa de los maltratos físicos que recibían los colonos por parte del promotor, provocó el abandono de aquel latifundio y la que se considera la primera marcha por los derechos civiles de la historia de Noretamérica.
Los 600 supervivientes de New Esmirna se desplazaron hasta Saint-Augustine (1777) y el comandante de la fortaleza, Patrick Tonyn, al conocer su historia les ofreció unos terrenos alrededor de la zona militar, para que se establecieran y los explotaran. Los "minorquians" serían los fundadores de la actual ciudad civil de Saint-Agustine y durante varias generaciones transmitieron la lengua catalana de padres a hijos. Al principio del siglo XX, la ciudad de Saint-Augustine (que entonces censaba a unos 6.000 habitantes) todavía era catalanohablante. En la actualidad, las familias descendientes de aquellos "minorquians" ya no conservan la lengua catalana, pero mantienen costumbres y fiestas que los unen con su origen.
El cementerio histórico de Tolomato, actualmente en el centro de la ciudad, conserva las lápidas rotuladas de un mínimo de cuarenta estirpes "minorquians": Alemany, Andreu, Arnau, Bagués, Baya, Bonet, Bonelli, Cànova, Capella, Capó, Carrera, Casanovas, Caulas, Fallani, Femenias, Genovar o Genovés, Hernàndez, Joaneda, Leonardi, Llambiàs, Llorens, López, Manuci, Mercadal, Mestres, Pellicer, Perpaul, Pomar, Pons, Reys, Rogero o Rogeró, Sabatel, Salom, Seguí, Serra, Síntes, Usina o Alzina, Vens o Vents, Vila y Vilallonga. Para saber más de este episodio histórico podéis consultar el reportaje "Cuando en los Estados Unidos se hablaba catalán".