Tal día como hoy del año 1246, hace 772 años, se oficiaba en Valladolid (Castilla) el matrimonio canónico entre la princesa Violante de Aragón y de Hungría (hija del conde-rey catalanoaragonés Jaime I) y el príncipe heredero de la corona castellanoleonesa, Alfonso. Cuando se celebró el matrimonio entre Violante y Alfonso, la novia tenía 10 años y el novio ya había cumplido los 25. A pesar de la edad de la novia, las crónicas de la época afirman que Alfonso la obligó a mantener relaciones sexuales la misma noche de bodas. Este extremo queda probado por el hecho de que Alfonso, unos meses después de la boda, solicitaba al Papa la nulidad con el pretexto de que Violante era estéril.
No obstante, Violante se quedó embarazada a los 16 años y en el transcurso de su larga vida —llegó a los 65 años, una edad avanzada para la época— tuvo 11 hijos con su marido. Alfonso alacanzó el trono cinco años después de que se celebrara un matrimonio que duró 38 años y que se formalizó en el contexto de las alianzas políticas de las casas reales peninsulares, que en esa época ya habían conseguido invertir la histórica superioridad del mundo musulmán. Tanto la cancillería de Barcelona como la de Toledo aspiraban no tan solo a consolidar los dominios de sus respectivos monarcas, sino también a proyectarlos hacia el sur.
Aquel matrimonio era también una consecuencia del tratado de Almirra (1244), que ponía fin a las disputas entre Barcelona y Toledo por la ocupación y el control de los dominios musulmanes situados en el sur del País Valencià. Según el tratado, Castilla recibía el territorio de las actuales comarcas meridionales del País Valencià. Poco después Jaime I ayudó a su yerno en la conquista de aquellas tierras, que Alfonso no podía repoblar por falta de gente. Sería, pues, el suegro quien establecería a los primeros colonos, y el catalán, la primera lengua románica que se hablaría en Alacant, Elx, Oriola, Múrcia i Cartagena.