Tal día como hoy del año 1713, hace 305 años, en el contexto de la Guerra de Sucesión hispánica (1705-1715), la Junta de Braços del Principat —la reunión de los representantes de los tres estamentos políticos, el equivalente al actual Parlament— hacía público el resultado de la votación del 6 de julio sobre las dos propuestas que se habían presentado a deliberación: capitular o continuar la guerra. Del total de 120 representantes políticos reunidos, 75 votaron a favor de la resistencia a ultranza y 45 votaron a favor de la rendición negociada. Aquel resultado abriría una fase nueva del conflicto (1713-1714), que las cancillerías de Madrid y París llamarían, respectivamente, "la guerra de los catalanes" y "la rébellion des catalans", y que la oposición parlamentaria de Londres denominaría "the case of the Catalans" (el caso de los catalanes).
Aquella Junta extraordinaria estaba motivada por un cambio radical del escenario bélico. El 11 de abril las potencias aliadas que apoyaban al partido austriacista habían firmado con la monarquía francesa retirarse del conflicto a cambio de importantes concesiones económicas y territoriales (Tratado de Utrecht). El 13 de junio se pactaba la evacuación de los ejércitos aliados y el 30 de junio Catalunya se quedaba sola en la defensa de la candidatura de Carlos de Habsburgo, con los ejércitos borbónicos que ya habían ocupado la mitad del territorio del Principat. En aquel contexto, la Conferència dels Tres Comuns (la reunión a partes iguales de los delegados de la Generalitat, del Consell de Cent barcelonés y del brazo militar o Exèrcit de Catalunya), convocó la reunión extraordinaria de la Junta de Braços, que culminaría con la declaración de resistencia a ultranza.
Según los dietarios de la Generalitat, el brazo eclesiástico, liderado por el diputado Francesc de Solanell i de Montellà, abad de Sant Cugat, estaba profundamente dividido, pero la opción de la capitulación se acabaría imponiendo con un margen muy estrecho de votos. En cambio, en el brazo militar, también muy dividido entre los partidarios de continuar la guerra, liderados por el diputado Manuel Ferrer, y los de capitular, encabezados por el diputado Nicolau de Sant Joan, la resistencia se impondría con un margen estrecho de votos. Sería el brazo popular (también llamado real) el que inclinaría decididamente la balanza: la opción de resistir defendida por los síndicos de Barcelona, Manresa, Sabadell, Valls y Solsona acabaría imponiéndose abrumadoramente. El acuerdo sería celebrado en las calles de Barcelona, durante toda aquella jornada, al grito de "Libertad o muerte".