Tal día como hoy del año 1658, hace 366 años, en Dunkerque (entonces Países Bajos hispánicos) se libraba la Batalla de las Dunas, una de las más importantes de la Guerra hispanofrancesa (1635-1659) y que resultaría decisiva para decidir el resultado final de ese conflicto. En esa batalla, se enfrentaron un ejército aliado anglofrancés, formado por 15.000 soldados y dirigido por Henri de la Tour de Auvergne —vizconde de la Turenne—, contra el Tercio de Flandes de la monarquía hispánica (reforzado con mercenarios suizos), que sumaban 15.000 efectivos y estaban comandados por Juan José de Austria (hijo de una relación extramatrimonial entre el rey hispánico Felipe IV y la actriz María Calderón, llamada "la Calderona").

Los hispánicos, que acudían a Dunkerque para auxiliar la plaza (estaba asediada por el ejército anglofrancés), llegaron agotados, desnutridos y sin artillería. Mientras que los anglofranceses, que llevaban semanas emplazados ante las murallas de Dunkerque, se presentaron al campo de batalla en plenas condiciones. El choque se produjo en las dunas de Leffinckoucke (a cinco kilómetros al nordeste de la ciudad), y tras dos horas de intensos combates, la batalla se resolvió a favor del combinado anglofrancés. Los hispánicos perdieron 6.000 efectivos (3.000 muertos y 3.000 prisioneros), lo que suponía el 40% de su ejército, y pocos días más tarde, la guarnición hispánica de Dunkerque se rendía al ejército anglofrancés.

Ese desastre hispánico era la enésima derrota de los siniestros Tercios en Flandes y en Catalunya, que, durante décadas, habían impuesto un paisaje de terror, sufrimiento y muerte, especialmente entre la población civil flamenca y catalana. Pero el contexto del momento (la dinámica creciente de Francia e Inglaterra en el concierto internacional) y la importancia estratégica de la plaza que se disputaban (cabeza de puente entre Inglaterra y el continente y principal escala naval entre la península Ibérica y los Países Bajos) haría que el resultado de dicha batalla supusiera el punto y final de la supremacía de los siniestros Tercios hispánicos en los campos de batalla y en los países ocupados.

Tan solo un año y medio más tarde (7 de noviembre de 1659), las cancillerías de Madrid y París firmaban el Tratado de los Pirineos, que ponía fin a la Guerra hispanofrancesa (1635-1659) y que, además de la mutilación de Catalunya, significaba el relevo en el liderazgo continental. La monarquía hispánica, que ostentaba la primacía desde 1518, pasaba el relevo a la monarquía francesa.