Tal día como hoy del año 1640, hace 378 años, en el contexto de la Guerra de los Segadores (1640-1652) la Generalitat consignaba la recepción de una carta enviada por el diputado militar Francesc de Tamarit, fechada en Figueres el día anterior, que informaba de que los ejércitos hispánicos del rey Felipe IV comandados por el general Juan de Garay y Otáñez habían quemado los pueblos de Trullàs, Anils, Pontalla, Cabanyes de Corbera, Mas d'en Boldo, Sant Feliu d'Amunt y Cornellà de la Ribera, situados en la llanura del Rosselló. Previamente habían saqueado todas las casas (robando alimentos y dinero) y habían agredido, mutilado o asesinado a todas las personas que se les habían resistido. Según la misiva de Tamarit, en Cornellà de la Ribera incluso habían arrasado el altar de la iglesia.
Las tropas de Garay, inicialmente formadas por unos 4.500 efectivos, habían sufrido uno humillante derrota en Illa (Rosselló), el 29 de septiembre anterior, en manos de un pequeño destacamento formado por 300 soldados de infantería franceses y 300 somatenes catalanes. Los supervivientes y los que no habían desertado deambulaban en grupo por las llanuras del Rosselló y del Empordà, aislados e incapaces de encontrar un corredor que los reuniera con el grueso del ejército hispánico, comandado por el marqués de Los Vélez y emplazado en Tortosa (Baix Ebre) desde que había ocupado la ciudad el junio anterior. Fustigados por la infantería francesa del barón de Espenan y por los somatenes locales de la región, se nutrían del bandidaje y sembraban el país de desolación y de muerte.
Solo dos días después, la Generalitat consignaría la recepción de otra carta, en aquel caso del marqués de Los Vélez, fechada en Alcañiz (Aragón) el 30 de octubre que, paradójicamente, decía: "Su Magestad Dios le guarde me ha onrado con los cargos de virrey y capitan general de este Principado boy de conseguir, con el favor de Nuestro Señor, la quietud y paz dessa provincia y su mayor benefício, y verla restituida a la gracia de su magestad, procurando cumplir en la disposición con las obligaciones que tengo a su real servicio y las que reconozco dese Principado por la sangre que dél tengo". En el transcurso de las semanas siguientes, Los Vélez, como virrey y capitán general, haría en el Camp de Tarragona lo mismo que había hecho Garay en el Rosselló.